Estábamos a punto de cerrar 2012 cuando Ana Milán y Fernando Guillén Cuervo se enamoraron. Por entonces, ambos venían de separarse de sus respectivas parejas. Y el teatro les unió. Aunque acordaron blindar su incipiente relación de los paparazzis, la noticia no tardó en filtrarse a los medios. Dos años después de hacerse pública la relación entre estos dos portentos de la escena española vino la boda. Y seis meses más tarde, el divorcio. Una ruptura hipermediática que hizo que la intérprete descubriese a la fuerza la cara b de ser un personaje de interés para las revistas del papel couché.
Empecemos por el principio. En el momento en el que el Bellas Artes de Madrid estrenó 'Wilt', la obra que les juntó encima de un escenario, ella acababa de romper con el productor televisivo Jorge Juan Pérez tras poco más de un año de matrimonio. Un final "elegante", como expresó ella misma en su primer encuentro con los medios tras hacerlo oficial, sobre el que alegó que "cada cual sabe lo que ocurre en su casa de puertas para dentro".
Aunque aún quedaban meses para trabajar con el que sería su siguiente marido, Ana ya advirtió que estaba abierta al amor. "Claro que lo estoy, si no estaría muerta. Yo no guardo luto por lo que me ha pasado. ¿Para qué?", planteó con esa sabiduría tan Milán. Fernando, por su parte, se encontraba en una situación similar. El actor venía de terminar una breve relación con una periodista con la que empezó al poco de divorciarse de Elena González, con la que estuvo casado catorce años.
La constancia de que Ana Milán y Fernando Guillén Cuervo eran el parejón del momento llegó, como suele suceder en el universo vip, a golpe de portada. Una foto de los dos en actitud muy cariñosa no dejaba dudas de que entre ellos había algo más que compañerismo. Y ellos, siguiendo ese mantra de no exponer su intimidad, dejaron de esconderse. No hacía falta que ninguno confirmase o desmintiese la relación. Según iban pasando los meses, esos en los que continuaron girando por España con su función, verles juntos en las revistas pasó a ser más que habitual.
Con este noviazgo, la actriz entró a formar parte del clan Guillén Cuervo. No había evento en el que Cayetana, su nueva cuñada, no alabase las infinitas virtudes de la nueva pareja de su hermano Fernando. Y a los meses, según fueron ganando en estabilidad, un segundo proyecto profesional conjunto volvió a convertirles en actualidad. Hablamos de 'El diario de Adán y Eva', función teatral en la que encarnaban a una pareja y que les obligó a estar juntos 24-7.
Aunque esta obra hizo que sus agendas estuviesen "hasta arriba de trabajo", Ana y Fernando aprovecharon un viaje a Estados Unidos en 2014 para formalizar su relación. El significado "especial" que para ambos tenía Florida fue uno de los motivos por los que decidieron casarse a miles de kilómetros de España y de los suyos.
En esta boda "soñada" (y secreta, pero no improvisada) tan solo estuvieron el hijo de él y una amiga íntima de ambos como testigos. Como "a Fernando le quedaría fatal el tupé" y Ana no se veía de Marilyn, la novia decidió tirar de lo tradicional con un vestido blanco de corte helénico e inspiración romana "muy de moda" en aquel momento.
En estas declaraciones sobre el enlace que Ana Milán concedió a los compañeros de ¡Hola! habló de su ya marido como el hombre de su vida. "Uno sabe y siente", afirmó. "Llevamos dos años, eso ya es durar y no hace falta ir a París para saber que es bonito". También reivindicó "su bondad, su sentido del humor, su flexibilidad ante la vida". Sin embargo, un año más tarde de afirmar que estaban en su mejor momento, todo cambió.
Esa apertura que afrontaron con respecto a la exposición de su vida en común, de pronto, se esfumó. Ya no posaban juntos en photocalls. Se acabó lo de compartir fotos con declaraciones románticas en Instagram. Y los medios de comunicación se dieron cuenta. Pronto se publicó que la pareja atravesaba una fuerte crisis. Hasta Cayetana Guillén Cuervo se vio obligada a dar explicaciones: "Las relaciones son muy complicadas... Se quieren mucho y Ana es una persona maravillosa, muy querida en la familia. Supongo que si no confirman ni desmienten es porque no lo tienen muy claro". Días más tarde, en noviembre de 2015, los principales digitales confirmaban el divorcio.
En aquel momento, los fotógrafos sacaron toda su artillería para inmortalizar a ambos tras esta inesperada noticia. Aunque a posteriori, pasada la tormenta mediática, ambos lo afrontaron con naturalidad ("Fernando es un hombre absolutamente maravilloso al que quiero con todo mi corazón, igual que a toda la familia Guillén Cuervo, que son maravillosos", dijo ella), tanto Ana Milán como su ya exmarido vivieron un infierno cada vez que ponían un pie en la calle.
Así lo ha compartido la intérprete de series tan icónicas como 'Camera Café' o 'Yo soy Bea' en una entrevista con Joaquín Sánchez. "Para mí fue muy doloroso, lo pasé muy mal, en frente de mi casa tenía a ocho paparazzis todo el día. Recuerdo no salir de casa, porque me quedé muy delgada, estaba desmejorada, estaba muy mal, y un día volviendo de terapia, cuando estaba con los ojos hinchados de haber llorado, cogieron la foto", ha narrado.
A raíz de estas imágenes, a esta periodista de formación le tocó leer titulares como 'El lamentable estado de Ana Milán después de su divorcio'. "Me cago en tu vida, no se hace eso", pensó. Ahora, con siete años después de aquello, el tiempo ha hecho que la actriz se reconcilie con su pasado sentimental: "En el amor he tenido muchísima suerte. Me hubiese gustado tener una familia un poco más tradicional, pero por mi vida han pasado grandes hombres que me han enseñado grandes cosas. Me he encontrado con tipazos y con algún gilipollas, y todos me han enseñado a descubrir mis límites".