Entrevistar a la vez a Patricia Montero y a Álex Adrove es como charlar entre amigos. La pareja de actores, y también profesores de yoga, que lleva junta ya 17 años, enseguida conectan y establecen un vínculo. Pero, además, trasmiten una alegría contagiosa de cómplices. Quizá hay mucho del espíritu del yoga en esa luz que emiten y de su buena sintonía como pareja como se puede ver en el vídeo que encabeza el artículo.
La primera pregunta para Patricia estaba cantada, ¿cómo se lleva ser actriz y ‘diosa del yoga’? Las risas aún se escuchan desde la alfombra roja de los premios Carmen del Cine Andaluz, donde a ambos les tocaba entregar un premio. “¡Muchas gracias por eso de diosa!”, dijo ella. “A mí me gusta el papel de marido de la diosa”, añadió él.
Lo cierto es que Patry y Álex están muy enganchados a este deporte que además es casi una filosofía de vida. La actriz reconoce que siempre he hecho mil cosas relacionadas con el deporte “desde que era muy chiquitita”, pero subraya que “el yoga en los últimos años es algo que me hace muy feliz. Nos hace muy felices todo lo que estamos construyendo, todo lo que estamos creando y cómo estamos difundiendo nuestra manera de vivir mediante el yoga”. Y su marido añade que “el yoga cambia vidas porque tiene mucho de la filosofía de vidas, de vida en el mundo, ya tiene que mantenerse al mismo consejo para todos”. Cuando le pedimos un consejo para los lectores de Divinity.es, el actor lo tiene claro: “estar contigo mismo y vivir el momento presente, conectarte a él”.
Además, Patry destaca que el yoga sirve para hacerte preguntas: “Para estar mejor, tienes que responder a cuestiones como, ¿Qué es lo que quiero? ¿Cómo estoy? ¿Qué necesito?” La intérprete ya lleva 10 años practicándolo, los últimos cinco como profesora. Empezó por una lesión de espalda, para mejorar, pero se convirtió en algo mucho más grande. De hecho, están creando Yogimi, una empresa en la que además de ropa y complementos relacionados con el yoga y clases online –ojo que también ofrecen algunas clases gratuitas–, organizan maravillosos retiros. “La vamos a liar parda, porque estamos poniendo todo nuestro corazón en este proyecto”, asegura Álex.
Ella reconoce que lo han puesto en marcha porque había muchas ganas de poder “profundizar un poco más allá en esta filosofía y entender por qué algo que parece simplemente posturas y algo físico puede llegar tanto a nuestros corazones y a nuestra alma, llegando incluso a transformarte”. Porque, como señala, hay que pararse a respirar de manera consciente. “El yoga te ayuda a eso y a conectar a un nivel mucho más profundo” desde la escucha”, cuenta Montero para quien eso sirve para “alejar de tu mente los problemas del día a día. A mí el yoga me ha cambiado profundamente, me ha conectado a lo que verdaderamente soy y eso me hace mu muy feliz”. Más allá de la parte física, que empecé por una lesión de espalda y físicamente estoy súper bien, pero más allá de eso...".
Además, hablamos con la pareja, que llevan juntos desde 2008 y tienen dos hijas, Lis y Layla, protagonizaron el año pasado una romántica boda. Pero confiesan que no están aún legalmente casados porque se les pasó llevar los papeles, algo que están en proceso de solucionar. Eso sí, nos revelan que a pedida de mano fue mítica. El precursor fue Álex porque, dice “en la ficción había pedido la mano tres veces y me tenía aprendido el guion. Pero me dije, tengo que tener la boca cerradita para que sea sorpresa, y, ¿cómo puedes tener la boca cerrada? Pues debajo del agua”.
Mientras Patricia se ríe, Álex explica que hicieron submarinismo el día de la petición, que por supuesto era sorpresa. “Bajamos con botellas y cuando ya no se lo esperaba, saqué un pequeño cofre, buceando, le di el anillo debajo del agua y, con unas pizarritas, le fui pidiendo matrimonio, a 15 metros bajo el mar”, recuerda el actor. Ella añade que esa mañana, en realidad, “no me apetecía mucho bucear, pero como lo vi con tantas ganas… Y fue muy bonito, la verdad, mucho. La risa es que a punto estuvimos de perder el anillo”. Cuenta que la sortija le saltó del dedo, “debajo había arena y me dije, como se caiga…”. “Pero yo pude agarrarlo”, finaliza Álex mirándola con arrobo.
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