Son poco más de las diez y acaban de dejar a su hijo de tres años en clase. Cada mañana es "un caos desde que Tomi empezó el cole". Los berrinches y los ataques de 'mamitis' se adelantan al despertador. "Pero luego te sonríe y compensa todo", apunta ella con una media sonrisa. La realidad de Tomás Páramo y María García de Jaime es muy distinta a la de cualquier persona de 23 años. No solo por su trabajo como influencers, que también.
Ser padres a los 20 ha supuesto para ambos "ir a contracorriente". Y de esto han hablado para Divinity, de su historia. De cómo "esta pequeña gran revolución" hizo que sus planes de futuro desapareciesen. De "los miedos que surgen cuando le ves la cara a tu hijo por primera vez". Y de amor, que para eso estamos en San Valentín.
Se conocieron cuando cursaban 1º de Bachillerato y pasaron de ser amigos ("intimísimos amigos") a compañeros de vida. Esa complicidad se deja entrever cuando Tomás predice los pendientes o el peinado que su chica terminará escogiendo para la sesión. En cómo Mery, como él se refiere a ella constantemente, le mira de reojo mientras posa para el fotógrafo.
De primeras, la suya podría definirse como una historia de amor al uso. Con una gran excepción: a los nueve meses de empezar a salir, Tomás Páramo y María G. de Jaime se enteraron de que iban a ser padres. "Siempre piensas que estas cosas pasan, pero nunca piensas que te van a pasar a ti", asume María al recordar el "shock" que supuso para los dos darse cuenta de que sus vidas se habían paralizado.
Aunque a día de hoy definen la paternidad como lo mejor que les "ha pasado en la vida", esta responsabilidad trajo consigo muchas renuncias. "Tienes otras expectativas. Viajar, seguir con tus estudios, irte de Erasmus, salir todas las noches… Pero no cambiaría nada por no tener a Tomi", reconoce él, que no puede disimular la emoción en su voz al pronunciar el nombre de su hijo.
Una vez asimilaron que sus planes ya no eran los de antes, entraron en juego las dudas. "Qué hacemos, cómo se lo contamos a nuestros padres, todo el mundo se va a enterar, qué agobio", se plantearon. Y así fue. Aunque su familia siempre ha sido un pilar, "lo que sintió el entorno fue miedo". La noticia no fue fácil de asimilar para nadie.
A pesar de todo, separarse nunca fue una opción. Decidieron afrontar este reto unidos. "Tuve la suerte de que Tomás y yo estábamos juntos, porque hay muchas situaciones que no son tan bonitas", apunta María. Eso sí, siempre teniendo como mantra que ser padres no sería una excusa para dejar que se oxidase su relación. "Teniendo hijos hay que seguir teniendo momentos para los dos. Es fundamental cuidar esas cosas", coinciden ambos al hablar de San Valentín.
Al referirse al embarazo, tanto Tomás como María repiten la misma frase: "Fue bastante duro". A ella, por su edad y su forma de ser, todo le preocupaba, "aunque fuese una tontería". No quería renunciar a su carrera de Derecho o a sus viernes con amigas, pero estar en una situación diferente a la del resto le generó "un poco de impotencia". La tripa, lejos de ser un elemento motivador, se convirtió en un complejo que ocultaba cada vez que iba a la universidad.
A todo esto se sumaba el factor sorpresa. "Sé que voy a tener un hijo pero todavía ni le veo ni le siento. Era como que me iba a venir de golpe en nueve meses", relata María. Tomás intentaba adaptarse "a algo que todavía no veía por ningún lado". "Queda un poco raro que lo diga yo, que no llevaba el bebé dentro", apostilla. Y tras esta fase de "oscuridad", con la llegada de Tomi vieron la luz.
"Es un momento tan bonito y a la vez de tantos sentimientos juntos... Tuve miedo y al mismo tiempo amor por una persona a la que acababa de conocer", reivindica ella con pasión. Describen su nacimiento como "un punto de inflexión" en sus vidas. "Teniéndole a él era mucho más fácil luchar para salir adelante", reconocen. Pero las dificultades continuaron.
Sus primeros meses como padres los alternaron con pequeños trabajos en caterings o como extras los fines de semana. Todavía no tenían la independencia económica suficiente para abandonar el nido y pasaron más de tres años viviendo una semana en cada casa. "Era un caos. Tenía mi ropa repartida entre mi cuarto y la casa de los padres de Tomás", recuerda María. Esto generó una carga emocional que tampoco ayudó.
"No éramos dueños de nuestras vidas. Éramos de todos, de los padres de María, de los míos; todo el mundo opinaba y no teníamos nuestro sitio en el que ser nosotros tres". Fue entonces cuando Instagram llegó para salvarles. Al poco tiempo de que llegase Tomi, ambos tenían sus cuentas privadas. Pero una noche, en un viaje con amigos a Ibiza, decidieron abrir al público sus perfiles. Con solo mil seguidores, su último post fue visto por la friolera de 200.000 personas.
Eran conscientes del interés que generaba ver a dos críos de 20 años con un niño. Bajo el hashtag #LittleYoungFamily, los tres se convirtieron en un solo ente. Las marcas les querían para promocionar sus productos. Se sumaron a la troupe de la también influencer María Pombo. Y la cosa fue yendo a más hasta que, por fin, en septiembre de 2019, experimentaron una segunda revolución vital. "Poder habernos independizado ha sido como cumplir un sueño por el que llevábamos luchando tres años".
Antes de realizar esta entrevista, ambos vienen de una noche complicada. Un comentario de un hater provoca que Tomás esté visiblemente más revuelto de lo normal: "Llevo un tiempo en el que me está afectando más de la cuenta". Exponerte implica una cara B que les ha llegado de sopetón. "Cuando recibes comentarios, siempre te quedas con la crítica negativa. Te olvidas de los millones de inputs positivos", confiesan.
Ahora se piensan dos veces si dar su opinión les compensa. "Cuanto más natural eres, más críticas recibes", han comprobado en este tiempo. Y en ese ejercicio de contención, el uno se apoya en el otro. "Tomás es mucho más impulsivo que yo -reconoce ella- De repente dice: 'Voy a poner esto porque me apetece". Es ahí donde se asoma la prudencia de María, "la que me frena con estas cosas".
La sesión de fotos completa para nuestro especial San Valentín
Ahora que han celebrado su boda, que su bodapiensan en dar hermanos a Tomi un bunker en el que poder ser ellos mismos, sienten que han llegado "a la meta". Asumen que la suya ha sido una historia de amor diferente, pero con un niño al lado. "No sentimos que hayamos perdido tiempo de nuestra vida ni de nuestra juventud. Lo hemos disfrutado de una manera totalmente distinta".
Tras cuatro horas de grabación, toca ir terminando. Después de comer tienen que recoger a Tomi del cole. Él sí que no les pasa ni una (y no los haters). Echando la vista atrás, qué más da no poder salir un jueves. "Quedarte durmiendo en el sofá con tu hijo abrazado a ti es nuestra mayor recompensa".
Créditos
Fotografía: Carlos Villarejo | Estilismo: Samuel Arguinzones | Maquillaje: Lucía Vilamalla | Producer: Luz Martínez | Realización: Darío Álvarez | Cámara: Salvador Fenoll | Coordinador de producciones web: Miguel Curtido