Fue en noviembre de 2016, hace ahora poco más de cinco años, cuando Ona Carbonell posó por primera vez en el photocall de los Premios Ondas acompañada por su novio, Pablo Ibáñez. Eligió la entrega de estos galardones para oficializar así su relación con el ex gimnasta de la selección, al que conoció en el centro de alto rendimiento de Sant Cugat donde ambos entrenaban, aunque poco después él lo dejó y ella continuó con su carrera como nadadora en el equipo olímpico.
"Él era deportista, entrenaba en la selección también y cuando él se fue, yo empecé con la selección española. Cruzamos nuestros caminos pero teníamos amistades en común", explicaba Ona en una entrevista a Europa Press sobre los inicios de su relación.
Tres días después de realizar su primer posado de pareja, la sirena olímpica volvía a aparecer junto a su pareja en otro evento, esta vez de carácter solidario, celebrado por la Fundación Vicente Ferrer. "A Pablo no le gustan muchos los focos, pero cuando son temas solidarios, procuramos poner nuestro granito de arena. Los dos nos fuimos a La India después de los JJOO de Londres a hacer un voluntariado con Vicente Ferrer, está implicado en el proyecto y ha decidido acompañarme", reconocía entonces ante los medios.
Desde entonces, y más allá de algún post (no muchos) compartidos en sus redes sociales, pocas veces se ha vuelto a ver a la pareja ante los fotógrafos. La mayoría de ellas corroboran la cantidad de intereses comunes que tienen, además del deporte. Uno de ellos es su amor por los animales, la naturaleza, la montaña o la gastronomía. Y aunque Carbonell está mucho más habituada que Ibáñez a los micrófonos y a acaparar la atención pública, también es poco dada a hablar de su vida privada en público.
Aunque llevan más de una década juntos, por el momento no han pasado por el altar para darse el ‘sí, quiero’, algo que no descartan en un futuro, “algún día llegará, pero de momento Carpe Diem”. Por el momento ambos están implicados en la paternidad. El 2 de agosto de 2020, la pareja tenía a su primer hijo, Kai, que llegaba a sus vidas después de que la deportista tomara una de las decisiones más difíciles de su vida: retirarse temporalmente de la natación sincronizada.
Este año y medio ha sido muy intenso para la catalana, quien ha tenido que compaginar la maternidad con todo lo relacionado con los Juegos Olímpicos e incluso su faceta como escritora. Kai llegó para cambiar las prioridades de sus progenitores, como hará en unos meses su hermanito o hermanita. “La familia aumenta. Superfelices”, anunciaba Ona la buena nueva a principios de este mismo mes con una foto de su primogénito posando sus manos sobre su barriga.