Raquel del Rosario y Pedro Castro siguen igual de enamorados siete años después de pasar por el altar. “Te amo con lo que está dentro de mí todavía sin terminar. Te amo con lo que dentro de mí todavía está cambiando”, se declaraba el cineasta a la cantante en una de sus últimas publicaciones en redes. El gallego escogía una cita del poeta Robert Bly para hacer partícipes a sus seguidores de sus sentimientos. Unas románticas palabras que han sido acompañadas por una fotografía de su esposa en Todos Santos, Baja California Sur, en México.
El matrimonio, que lleva más de un lustro residiendo en California, luchan día a día para que su relación no se venga a pique. “¡Nosotros 2.0! Trascendiendo miedos por separado para así crear más amor juntos. Agradecido por el Ángel que apareció en nuestras vidas para mostrarnos que nuestra luz se estaba apagando”, confesaba hace unos días Pedro adjuntando otro de sus recuerdos conjuntos. “Menuda declaración de amor y de intenciones”, se maravillaba una seguidora. “Qué maravilla ser consciente de que hay que seguir trabajando de forma interna y en la pareja, reaccionar y seguir evolucionando”, aplaudían su sinceridad.
Durante todo este tiempo han apostado todo por su relación. Tanto es así que, después de 13 años frente al grupo ‘El sueño de Morfeo, la canaria abandonaba la música para centrarse en su vida personal. “Él acepta mis rarezas y respeta mis decisiones aunque vea las cosas de forma totalmente opuestas. Me quiere libre, me quiere ‘yo’, y ese es uno de los principales motivos por lo que esto funciona”, revelaba la artista el secreto para que las cosas siguieran funcionando entre ambos.
Un amor que les empujaría a formalizar su historia de amor en un enlace celebrado en California sin invitados. “Siempre he pensado que una boda debe ser acorde a la personalidad de cada uno, y los dos tuvimos claro desde el principio: ‘solos tú y yo”. Un broche de oro a su noviazgo que harían público días después en redes. “Feliz de comenzar esta nueva aventura junto a mi marido”, aseguraba ella. “No puedo ser más feliz y sentirme más afortunado”, afirmaba él.
Un importante paso en su relación que animó al matrimonio a formar su propia familia. En primer lugar nació Leo, a quien bautizó como su ‘niño hada’ después de que le diagnosticaran TAE, y Mael, que llegaba a sus vidas un par de años después. Los dos niños nacieron en casa de la pareja con la ayuda de una matrona. “Miré a mi alrededor y observé por unos segundos a mi preciosa familia antes de cerrar los ojos”, intentaba Raquel describir sus sentimientos tras su último parto.