Con solo 16 años, Verónica Blume comenzó su trayectoria como modelo después de ganar el concurso Model of the World de la agencia Ford. La misma la fichó y terminó trasladando su residencia hasta Nueva York, donde llegó a ser comparada con Claudia Schiffer y desfiló para las cotizadas Chanel o Calvin Klein. Ahora, a sus 46, se ha sincerado sobre su etapa en la moda, la cual más de una vez ha definido como “herramienta de trabajo” y no un trámite que le hubiese llenado como persona.
La top model se ha sentado en ‘Otro enfoque’, que ha querido conocer más detalles sobre la responsabilidad y, como consecuencia, la presión que sintió durante su carrera y que imponía ciertos cánones de belleza. A sus preguntas, aunque con risa nerviosa, Verónica ha asegurado que “petó”: “Era muy consciente de que formaba parte de un grupo muy privilegiado, pero no me identificaba con ello. Trabajaba como modelo, pero nunca me he sentido modelo ni modélica de nada. Me parece un agobio ser modelo, no quiero ser modelo de nada”, ha sentenciado sobre su trabajo.
Y es que, tal y como ha confesado a Jon Sistiaga, no supo “encajar bien lo que sentía como un peso” y que le llevó incluso a padecer un trastorno de la conducta alimentaria: “Fue mi gran secreto durante diez años”, ha comenzado explicando.
Sin embargo, su enfermedad no fue consecuencia de un deseo de adelgazamiento que podría haber estado provocado por las exigencias de su profesión, sino por su manera de gestionarla: “Me quería morir en vida. Con un desorden alimenticio te estás suicidando en vida y haciendo ver que todo está bien”, ha confesado.
A pesar del sufrimiento al que tuvo que hacer frente durante aquellos años no ha sido hasta ahora cuando ha desvelado su trastorno, el que a día de hoy le cuesta exteriorizar: “Todavía me late el corazón muy rápido y delante de ellas también”, ha afirmado delante de sus compañeras Judit Mascó, Vanesa Lorenzo y Laura Ponte, presentes en la misma charla. “Es una realidad que me va a acompañar para siempre, hay un clic mental. Todavía es muy fuerte para mí hablar de ello, pero siento que es muy sano hablarlo. No hace falta ser modelo”, ha reflexionado Blume con unas palabras que pretende hacer llegar a cualquier persona que esté pasando por una situación similar a la suya.
La alemana, finalmente, terminó abandonando las pasarelas y optó por centrarse en su crecimiento personal, en el cual ha alcanzado el bienestar introduciendo en su rutina el yoga, una disciplina con la que ha llegado a ser instructora en programas de televisión.