Los tres millones de seguidores que acompañan a Sara Carbonero en Instagram tienen el privilegio de acceder a su faceta más personal. En su perfil, la periodista manchega suele alejarse de los compromisos profesionales (aunque también tienen cabida) para mostrar su lado más íntimo, a base de reflexiones, confesiones e imágenes referidas a su vida más allá del trabajo, con abundancia de escenas cotidianas. Son frecuentes las ocasiones en las que la presentadora se sincera con su parroquia virtual, y comparte los buenos pero también los malos momentos que atraviesa. Precisamente sobre esto ha querido expresarse en las últimas horas, hablando de las dificultades y los retos a los que se enfrenta.
Hace apenas unos días, Sara compartía una imagen desde un hospital. Sin aclarar si su presencia en el mismo se debía a un problema de salud propio o al hecho de tener que acompañar a alguien, como ocurrió el pasado mes de marzo, cuando su madre, Goyi Arévalo, sufrió un problema de salud, Carbonero reflexionaba sobre las estancias en este tipo de lugares. Con la fotografía, tomada en el interior de la habitación de un centro médico, llegó también una reflexión: "Las mañanas de hospi dan para mucho", comentó entonces, sin dar más explicaciones.
En las posteriores publicaciones, no ha vuelto a hacer referencias al tema. Pero en las últimas horas Sara ha vuelto a dejarse ver en Instagram, publicando un largo texto en el que se sincera sobre el momento vital que atraviesa. Un post que ha acompañado de un carrusel de imágenes personales, con distintos momentos en compañía de los suyos, con sus hijos Martín y Lucas, fruto de su matrimonio con Iker Casillas como grandes protagonistas, aunque también hemos visto a su abuela, Maxi, o la celebración del cumpleaños de su hermana, Irene Carbonero.
Junto a las fotografías, una extensa carta en la que ha profundizado sobre "el más intenso, profundo y necesario" de los viajes, el que se hace hacia "nosotros mismos", visitando sitios que mezclan pasado, presente y futuro "en esa trenza imaginaria que atrapa el dolor". En sus propias palabras, el dolor, así como el ruido al que hay hacer frente diario, no permite ver "lo esencial" y hace olvidar a personas que "están pero nunca piden" y la búsqueda de grietas por las que entra la luz. "Hay muchas, pero hay que saber verlas. Y tener paciencia", ha reconocido Sara.
La presentadora ha puesto en valor a esas personas importantes que aparecen en las instantáneas que han compartido. Sus dos hijos, de diez y años, con los que ya puede tener conversaciones "de adultos" y pedirles consejos. También su abuela, a la que, como ha confesado, se le van olvidando los nombres de los miembros de la familia, pero no las historias de cuando Carbonero era una niña. "Es lo más salvaje que podemos vivir. Es la aventura. Es la vida", ha reflexionado la de Corral de Almaguer (Toledo) sin menciones directas, como es habitual, a su pareja desde hace dos años, el músico Nacho Taboada.
Sara ha hablado de la vulnerabilidad, de la sinceridad, de la libertad, de lo salvaje de la existencia, de los lazos irrompibles, las raíces y las alas que crea conforme pasan los años. Y ha lanzado una última idea, admitiendo las complicaciones vitales y obstáculos a los que ha tenido que hacer frente en los últimos tiempos, agradecida pese a todo por ello. "Gracias, vida, porque aunque estos años no me estás dando mucha tregua y me estás retando fuerte, el aprendizaje no sería el mismo sin tanta piedra en el camino ni mi nivel de conciencia tampoco", ha concluido, remarcando la necesidad de aceptar y no esquivar lo que le sucede. .