Ágatha Ruiz de la Prada ha comenzado una nueva etapa en su vida. El pasado 11 de julio, la diseñadora se instaló en una nueva casa para dejar atrás el lujoso dúplex en el que vivió con sus hijos y con el que fue su marido ("el innombrable Pedro J.Ramírez). Aunque por el momento no lo ha vendido, sí que han acudido ya algunos curiosos a visitar el que fue su hogar, que está a la venta por 7,8 millones de euros. A este movimiento se suma que la diseñadora ha vendido la tienda que tenía en la calle Serrano para comprar una nueva en la calle Villanueva. Estas dos acciones hicieron crecer los rumores sobre la economía de Ágatha Ruiz de la Prada, que apuntaban a que podría estar atravesando un mal momento.
Para evitar cualquier tipo de especulación la diseñadora se ha pronunciado en unas declaraciones a la revista ¡HOLA!, donde ha querido aclarar que no ha vendido nada por problemas económicos. "No debo ni un céntimo. Es que nunca he tenido menos problemas económicos", ha confesado. Ágatha ha explicado que ese cambio de casa se debe a que el que fue su hogar era "muy grande" para ella porque ya no viven allí ni Tristán ni Cósima, sus dos hijos. "También estoy en otra etapa y, tras 26 años aquí, quiero empezar otra", ha comentado.
La diseñadora ha comentado que lo vende por esa cantidad porque sabe cómo está el mercado inmobiliario. "Alguno ha venido a cotillear aunque no quiero que eso ocurra... Como ya he vendido mi estudio no tengo prisa en venderlo", asegura tras enseñar el interior en unas imágenes a la revista. La realidad es que el piso que ahora está a la venta es un reflejo auténtico de la personalidad de Ágatha. La diseñadora reformó el duplex tras divorciarse de Pedro J. Ramírez, el padre de sus dos hijos con el que vivió una separación traumática, tal y como ella ha confesado en alguna ocasión.
En un reportaje a la revista AD, Ágatha reconoció que una de las cosas que primero pensó tras separarse fue que "por fin" podría pintar su casa. Pero esa primera idea fue mucho más allá y cambió radicalmente el diseño de un hogar que, tras la reforma, fue totalmente hecho a su personalidad. Una de las cosas que más apreciaba de su casa era la luz, una ventaja a la que le añadió mucho color.