Sara Carbonero abandonaba el pasado viernes la clínica madrileña Universidad de Navarra después de haber estado ingresada una semana. La periodista recibía el alta al recuperarse muy favorablemente de la intervención a la que tuvo que someterse y de la que aún no se han conocido los detalles. Sin embargo, todo eso ya parece formar parte de la historia y la presentadora ha vuelto a su puesto de trabajo cuatro días después de su salida del hospital. Muy nerviosa y emocionada, la colaboradora se ponía de nuevo al frente de ‘Que siga el baile’, su espacio de entrevistas en Radio Marca. A pesar de tratar de dejar a un lado los asuntos personales, la mujer del guardameta ha aprovechado la ocasión para desvelar cómo se encuentra tras este pequeño bache.
“Tengo mariposas de la emoción”, admitía Sara en su Instagram de camino al estudio donde se graba el programa. Con la misma fuerza de siempre, recuperada y encantada de estar de nuevo al lado del periodista Vicente Ortega en las ondas, Carbonero se situaba frente a los micrófonos y hablaba por primera vez sobre cómo está después de “haber pasado la ITV”, tal y como ella dijo hace unos días. “Estoy muy bien. He venido como las muñecas de Famosa que se dirigen al portal”, comentaba en la misma línea. “Estoy fenomenal, feliz de estar aquí otra vez. El baile tiene que seguir siempre”, concluía rápidamente con el tema jugando con el nombre de su sección.
Lo cierto es que la periodista ha contado con el apoyo y la atención de sus seres más queridos en este contratiempo. Íker Casillas, su marido, estuvo muy pendiente de la evolución de su mujer y estuvo presente con frecuencia en las instalaciones, a donde acudía después de llevar a sus dos pequeños, Lucas y Martín, al colegio. Los turnos de visita se los repartía con su suegra Goyi e Irene Carbonero, hermana pequeña de la presentadora, que no la dejaron sola en este contratiempo. Quien tampoco soltó su mano fue su socia y “comadre” Isabel Jiménez, a la que consideraba su “medicina con patas” y una “compañera incondicional” tan solo horas después de su regreso a casa.
Ajenos a cualquier polémica y sin entrar en las especulaciones que hay en torno a su matrimonio, el guardameta y su mujer siempre han optado por anclarse en el silencio y no dar pábulo a aquellas informaciones que apuntaban que estaban sufriendo una grave crisis. Algunos de estos medios garantizaban que la relación de la pareja “pendía de un hilo” y que su ruptura era “inminente”.
Las pocas fotografías que comparten juntos en las redes sociales y que habían empezado a hacer vidas separadas desde que regresaron a la capital el pasado verano eran algunas de las pruebas en las que se apoyaban. Sin embargo, la revista ‘¡Hola!’ desmentía esta inestabilidad en su relación y las imágenes del deportista al pie del cañón junto a su mujer durante su estancia en el centro médico han zanjado definitivamente estos rumores.