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Una crema caducada no solo es ineficaz para el fin que está formulada, sino que puede tener efectos secundarios para la piel. El problema es que la indicación de la fecha de caducidad no es tan clara como en los alimentos, en que la fecha viene detallada en el envase, sino que en los productos cosméticos es necesario guiarse por un indicador llamado PAO, ‘period after opening’ en inglés, que se traduce como periodo de vida tras la apertura.
No obstante, el PAO no es más que una fecha aproximada de caducidad, pues hay factores como el modo de conservación, el clima o el buen o mal uso que se haga de cada crema, que pueden hacer que dure más o menos tiempo en buenas condiciones.
Una buena práctica es escribir la fecha en que se abre el bote para poder calcular el periodo de vida útil de cada crema en concreto, pero si olvidaste hacerlo, existen otros indicativos que te pueden ayudar a saber si un cosmético está o no en condiciones óptimas de ser usado.
El periodo de vida útil de una crema después de su apertura varía entre unas fórmulas y otras y puede oscilar desde uno a 48 meses, en cualquier caso debe venir indicado de manera inequívoca en el packaging representado por un bote abierto con un número seguido de la letra M.
A grandes rasgos, las cremas de cara suelen tener un PAO de 12 a 24 meses, salvo las solares, que son más inestables y se suele indicar su caducidad entre 6 y 24 meses. La caducidad de los contornos de ojos y desmaquillantes varía entre 6 y 12 meses y las bases de maquillaje entre 12 y 18 meses.
Hay que tener en cuenta que los productos naturales, especialmente si no llevan ningún tipo de conservante, tienen una fecha de caducidad más corta, por el contrario, los de formato sólido y en polvo como coloretes o sombras son los que tienen mayor duración.
Más allá del PAO, hay ciertas prácticas que pueden acortar la vida de un cosmético, como dejarlos expuestos al aire, tocar con las manos más producto del que necesitas usar (lo aconsejable es usar una pequeña pala o lavarse las manos antes y después de tocar la crema) e incluso el exceso de calor que puede desestabilizar la fórmula (lo ideal es conservarlos a una temperatura que no supere los 25 grados), la humedad y la luz (se deben guardar en un lugar seco y alejado de la luz) e incluso la propia composición del cosmético, porque existen ingredientes que se oxidan con mayor facilidad que otros.
La mejor manera de saber si tu crema está o no caducada es la simple observación, pues un cambio de color, de olor o de textura, son un indicativo de que algo no marcha como debería.
En cuanto a los efectos secundarios, dependerá del tipo de crema, pero en general una crema caducada puede provocar desde picor e irritación, manchas en la piel o mayor sequedad, hasta una reacción alérgica. Mención aparte merecen las cremas de protección solar porque el problema es que dejan de hacer su función barrera frente a las radiaciones UV con el consiguiente peligro para la piel, por eso es recomendable no guardarlos de un año para otro.