Durante el invierno, nuestro cuerpo sufre mucho. Por eso, puede ser que notes los pies hinchados, fríos o una sensación de hormigueo. Estos podrán ser distintos síntomas de que sufres problemas de circulación, un trastorno bastante frecuente y que muchas personas padecen. Las causas de la mala circulación son diversas y provocarán un flujo sanguíneo inadecuado. Entre ellas, nos podemos encontrar con los malos hábitos, como el tabaquismo o el consumo de alcohol, así como una dieta basada en alimentos ricos en grasas saturadas.
También, la mala circulación puede estar causada por un nivel de colesterol alto y una presión arterial alta, obesidad o sobrepeso, estrés o algunos factores hereditarios, como los antecedentes familiares de ateroesclerosis. Pero, ¿cuáles son los síntomas de esta complicación? Una mala circulación sanguínea afectará a los pies y a las piernas mucho antes de que aparezcan aquellas señales visibles.
Así, el cansancio excesivo, el dolor de las extremidades o los pinchazos pueden ser los primeros síntomas. También, habrá distintas señales que se podrán observar a simple vista. Es el caso de las arañas vasculares, que se caracterizan por su color más rojizo y por tener una forma de telaraña. Además, se encuentran debajo de la piel, pero no sobresalen y suelen aparecer por un mal retorno de la sangre, al igual que sucede con las varices.
Otro síntoma serán las varices y las piernas hinchadas, ya que la debilidad de las paredes venosas provoca una acumulación de la sangre que hace que se ensanchen las venas. Así, podrán aparecer otras afecciones que son conocidas como venas varicosas. Eso sí, este signo no tiene un grado de gravedad muy alto y no debemos pasarlas por alto, ya que pueden aparecer distintos coágulos en las varices o hemorragias en ellas. Otra sensación será el hormigueo y los calambres, que indicará que algo no va bien.
Esto sucede porque los depósitos bloquean el flujo sanguíneo en las arterias impidiendo que la sangre fluya y puede provocar distintas sensaciones. También, se puede producir un engrosamiento y un cambio de color de las uñas en los pies. Estas pueden variar hasta distintas tonalidades, como azules o violetas debido a la falta de oxígeno al no llegar de manera correcta la sangre a dichas partes del cuerpo. También, estos colores más oscuros pueden indicar que se sufren alteraciones cardiacas o problemas respiratorios.
La mala circulación también podrá provocar distintas alteraciones en el color de la piel. De esta manera, podremos encontrarnos con pacientes que tienen los pies más blanquecinos de lo normal e, incluso, amoratados. También, aquellos que sufren de manchas marrones o eccemas. En el caso de que aparezcan manchas marrones, lo mejor será que acudas a un especialista, ya que podrá ser un síntoma de que hay un problema real de circulación. El agotamiento y la falta de rapidez en los movimientos puede significar que tenemos una mala circulación en la sangre, ya que los nutrientes no llegarán de manera correcta a los pies y las piernas, provocando cierta pesadez.
Otro signo podrá ser los cambios de temperatura y, en este caso, los pies estarán más frías o más calientes de lo normal. También, puede suceder que se sienta un calor excesivo en los pies. Pero, ¿cómo se puede prevenir esta mala circulación? Una de las primeras cosas que habrá que hacer será evitar estar siempre en la misma posición. En el caso de que esto suceda será muy aconsejable mover bien los pies y las piernas, dar breves paseos y no cruzar las piernas. También, será muy importante utilizar un reposapiés.
Además, en aquellas personas que pasan mucho tiempo de pie, será recomendable utilizar unas medias de compresión. También, será esencial tumbarse y colocar las piernas en alto, al igual que utilizar un calzado cómodo y ancho, intentando no llevar un tacón excesivo. De la misma forma, será fundamental que el zapato transpire y que lleve una suela que amortigüe y aísle. Lo ideal es hacer ejercicio de manera regular y lo mejor será caminar, hacer natación, bicicleta, baile o gimnasia.
Al igual, será importantísimo seguir una dieta sana y equilibrada y, por eso, habrá que apostar por aquellos alimentos que favorezcan una buena circulación, como la cúrcuma, la cayena, el ajo, el limón o los frutos secos. Además, será aconsejable seguir una dieta baja en sal. Aún así, lo más recomendable será acudir a un especialista que sea quien te indique qué dieta es la más adecuada para seguir y olvidarte del problema.