Una de las revoluciones en la cosmética que más está triunfando últimamente es el rodillo de masaje facial. Así, se han convertido en uno de los accesorios que más podemos ver a nuestras influencers favoritas y están realizados en piedras nobles que potencian la acción de los cosméticos, activan la microcirculación y drenan las bolsas bajo los ojos. Además, el rodillo beneficia la estimulación para activar la producción de colágeno, fundamentalmente para mantenerla firme y, también, para suavizar las arrugas.
De la misma forma, estos masajes oxigenarán la piel, trabajarán el contorno de los pómulos y el mentón y ayudarán a eliminar el exceso de líquidos bajo los ojos para tener un aspecto más descansado y fresco. Aún así, la principal función del rodillo será la de desinflamar el rostro. Es por eso que será muy importante el tipo de material con el que está hecho: los que más triunfan son la malaquita y el jade. Este último es antiinflamatorio, descongestionante, favorece el drenaje linfático y aplaca las rojeces de las pieles sensibles.
En el caso de que se quiera activar la síntesis del colágeno y elastina, lo más recomendable sería utilizar una piedra más oscura, como puede ser un jaspe rojo o una ágata naranja. Además, piedras como el jade han sido usadas por la medicina tradicional china desde hace muchos años y a cada una de esas piedras se les atribuye una propiedad distinta, como puede ser ahuyentar las malas energías o aportar vitalidad.
Eso sí, hay que tener en cuenta que se trata de una piedra, un accesorio que no hará milagros y que habrá que combinar con otras rutinas de belleza. Por tanto, habrá que ser constantes con los masajes faciales, ya que sus resultados se verán en un tiempo.
Con el paso del tiempo, el cuerpo produce menos colágeno y va haciendo que las arrugas aparezcan con más facilidad. Por eso, la piel del rostro irá adquiriendo un aspecto más flácido y apagado, perdiendo luminosidad y envejeciendo a un ritmo más acelerado.
Así, cuidar la piel será fundamental para que parezca más viva y con más luminosidad que nunca y, para ello, uno de los tratamientos más efectivos del mundo de la cosmética es el masaje facial. Se trata de una técnica aplicada con las manos que se lleva a cabo junto a distintos productos y accesorios. El área de acción se ubica en el rostro y, también, en el cuello, con el objetivo de proporcionar efectos tanto relajantes como activadores. Además, al presionar los distintos puntos del rostro conseguiremos estimular sus músculos, liberando las tensiones y mejorando la circulación de los tejidos.
Será muy importante que las presiones estén adaptadas a la sensibilidad de una zona como es el rostro. Así, existen dos tipos de estimulaciones: las de circulación, que ayudan a transportar el oxígeno y las relajantes, que nos ayudarán a transportar el oxígeno y los nutrientes de la piel. El masaje facial tendrá una infinidad de beneficios, entre los que nos podemos encontrar el rejuvenecimiento de nuestro rostro, el aumento de la producción de colágeno, la disminución de los efectos del estrés y una mejora en el estado de ánimo.
Como hemos comentado, uno de los rodillos más demandados es el que está fabricado a partir de malaquita. Esta piedra preciosa es esencial para piel, ya que la calma y la armoniza. Sera muy importante guardar este roller en la nevera para acentuar su efecto frío o, también, se podrán introducir durante un minuto en un vaso con hielo. Para llevar a cabo el masaje, preferiblemente por la noche, se puede añadir un aceite facial o un sérum, que serán las texturas más agradecidas para los rodillos.
Lo más recomendable será aplicar el cosmético y empezar a masajear la frente, haciendo movimientos ascendentes y hacia las sienes durante unos 30 o 60 segundos. Luego, habrá que subir por la zona de las mejillas y la mandíbula, de arriba hacia adentro y hacia afuera. Para acabar, lo mejor será pasar por el cuello, también en sentido ascendente. Con un tiempo de 30 a 60 segundos en cada zona bastará para obtener unos buenos resultados. En la zona de las ojeras se utilizará haciéndole rodar desde el lagrimal hasta la cola de la ceja y siguiendo unos círculos.