Fue en enero cuando supimos que Tamara Falcó e Íñigo Onieva no solo se habían reconciliado, sino que retomaban sus planes nupciales. La preparación y puesta a punto del enlace de la temporada ha dado mucho que hablar desde entonces. Y buena parte de los dimes y diretes en torno a la boda los ha protagonizado el diseño que lució la marquesa de Griñón durante la jornada, que firma Carolina Herrera tras la polémica con Sophie et Voilà. Han sido estas semanas de rumorologías e incluso de versiones contradictorias. Hasta ahora. Por fin se ha desvelado la mayor incógnita: así es el vestido de novia de Tamara Falcó.
A su llegada a Madrid custodiando la prenda, el director creativo de la firma, Wes Gordon, aseguraba que se trataba de una opción “muy tradicional pero muy moderna”. La inspiración, como se desveló hace unas semanas, radica en el vestido que lució Grace Kelly en su boda con Raniero de Mónaco, diseñado por Helen Rose. Y basta con ver la esperadísima portada de la revista ¡Hola! para comprobar que tiene todo esto (y más).
La pieza, que está compuesta por una silueta abrigo, destaca por su manga larga y su cola en cascada, todo confeccionado en un crepé de seda de tono marfil que resalta los bordados y la pedrería de cristal de la parte delantera. Estos detalles representan, como bien se refleja en la revista a la que ha cedido el interior de su boda, las hojas de madroño y flores de nardo que constituyen el escudo del marquesado de Griñón.
En cuanto salió a la luz esta esperadísima portada, un número histórico para el papel couché, son muchos los que han comparado a Tamara Falcó con el Pertegaz que lució la reina Letizia allá por 2004, cuando se dio el 'sí, quiero' con el ahora rey Felipe VI. Si comparamos uno y otro, las similitudes son evidentes. Y quizás no ayude a diferenciarlos el hecho de que la aristócrata también utilice como sujeción del velo una tiara de diamantes, en su caso un regalo que le hicieron a su abuela paterna, Hilda Fernández de Córdova, cuando contrajo matrimonio con Manuel Falcó y Escandón en 1928.
De las muchas subtramas sobre la boda de Tamara Falcó e Íñigo Onieva que hemos podido vivir a tiempo real en estos meses, la del vestido de novia de la marquesa de Griñón se lleva la palma. Fue en febrero, un mes después de que se confirmase la reconciliación de la pareja tras su mediática ruptura, cuando supimos que la marca escogida para el diseño que luciría Falcó era la firma vasca Sophie et Voilà.
Pese a la absoluta discreción durante los primeros meses de preparación y de trabajo, las escasas declaraciones tanto de la hija de Isabel Preysler como de Sofía Arribas y Saioa Goitia, responsables de la marca, mandaban la señal inequívoca de que todo parecía seguir la dirección adecuada.
Del vestido se dijo entonces que era arriesgado, pero que seguía el instinto de Tamara. Todo el que lo ha visto dice: 'Han conseguido hacer un vestido que eres tú […] No es un vestido que todo el mundo vaya a entender, pero a mí me encanta. Quien no lo entienda es porque es ignorante”, llegó a declarar la novia, que reconoció que la pieza no había entusiasmado ni a su madre ni a uno de sus hermanos.
Pero la situación saltó por los aires el pasado mes de mayo. La firma bilbaína de moda anunció en un comunicado que habían roto el contrato con la celebrity debido a un incumplimiento por parte de esta. El texto dejaba entrever que las exigencias de Falcó habrían implicado “acercarse demasiado a diseños ajenos”.
Tamara negó la mayor, asegurando que cada prueba se había convertido en un “conflicto lleno de momentos de tensión”, acusando a las diseñadoras de cambiar el diseño sin preguntarle en el segundo ensayo. “No me voy a casar con un vestido que no me gusta, hasta ahí podíamos llegar”, zanjó entonces.
A dos meses del enlace, Falcó tuvo que improvisar un plan B. Lo consiguió viajando a Nueva York y decantándose por Carolina Herrera, cuyo director creativo ya la había vestido en otras ocasiones. A finales de mayo, y con diecinueve personas “cosiendo día y noche”, reconocía tener ya el diseño listo y sentirse totalmente satisfecha con la elección.
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