Cada pareja es diferente y decide cómo quiere celebrar su amor, en el caso de Pep Guardiola y Cristina Serra, ellos quisieron hacerlo por sorpresa, tras varios años de relación y tres hijos en común.
Un enlace que llevaron con la máxima discreción, como todo lo relacionado con la vida íntima del deportista, y del que solo tuvieron conocimiento unos pocos, a los que se sumaron algunos más a la hora de la posterior celebración.
La pareja se casaba en el año 2014, cuando Guardiola no solo era ya entrenador, sino que su etapa en el Barcelona había concluido, en aquella época el matrimonio vivía en Alemania porque Pep era entrenador del Bayer. A pesar de ello, el enlace se celebró en Barcelona.
Un jueves del mes de mayo, Pep y Cristina se juraban amor eterno en el Ayuntamiento de Matadepera ante el juez de paz Francesc Duch, que es amigo de la pareja, y lo hacían frente a un número muy reducido de familiares, unos diez, entre los que no podían faltar los tres hijos de la pareja: Maria, Màrius y Valentina.
Una boda celebrada en la más estricta intimidad y como les gusta a ellos hacer las cosas, sin fanfarrias ni grandes aspavientos, un enlace a su medida y pensado por y para ellos.
Los looks escogidos para la ocasión tampoco parecían anunciar el motivo que les llevaba a este lugar, optando tanto ellos como sus invitados por ropas cómodas y con cierto aire deportivo. El deportista acudió con pantalón oscuro, camisa y un jersey de color claro para su boda, un trámite para ellos, pero también una ocasión especial.
Llegaron todos juntos temprano por la mañana, ellos y sus invitados, estuvieron un rato dentro y salieron una vez finalizado el trámite, optando por no hacer declaraciones a los medios de comunicación que les esperaban en la puerta. Todo parecía apuntar a que esta sería toda la celebración del evento, pero más adelante se descubriría que no fue así.
A través de 'Vanitatis' se supo que la pareja sí que había tenido una celebración por todo lo alto, pero que esta había tenido lugar en un hotel de lujo de Marrakech. Un día después de la ceremonia se desplazaban hasta allí, junto con sus hijos y unos 60 invitados, a bordo de un avión que fletaron para la ocasión. Tres días de celebración privada y aleada del revuelo mediático creado.
La celebración no fue solo una fiesta, fue un viaje en toda regla, tal y como revelaba en su momento el citado medio. Varios días en los que la comitiva nupcial pudo disfrutar de la ciudad y sus lugares más emblemáticos gracias al servicio de seguridad contratado por el entrenador.
Entre los invitados no faltaron amigos de siempre y algunos rostros conocidos, como el del deportista Guillermo Amor, el director de cine David Trueba, Lluis Llach, conocido cantautor, o Josep María Orobitg, agente de Guardiola. Sin duda un gran momento que vivieron rodeados de los suyos.