Pilar Miró fue la encargada de realizar la retransmisión de la boda de la infanta Cristina y su entonces pareja, Iñaki Urdangarin, igual que dos años antes se había encargado de dirigir la de su hermana Elena. Este enlace real reunió a lo más granado de la sociedad y que unía a una pareja profundamente enamorada, que se ganaba el cariño de la gente y que muy pocos sospechaban que acabaría en divorcio.
Ahora la situación entre Cristina e Iñaki es muy diferente, él ha cumplido su condena en prisión, se ha enamorado de otra persona y la otrora pareja está a punto de firmar los papeles del divorcio, será en junio de 2023, tras haber conseguido llegar a un acuerdo. Ese 4 de octubre de 1997 todo era amor entre ellos y un proyecto de futuro.
La catedral de Santa Eulalia de Barcelona se convertía en el escenario perfecto para que esta pareja se diera el ‘sí, quiero’, no en todas partes se pueden meter los 1500 invitados que acudieron a esta boda. Nadie quería perderse este gran día y la ciudad entera se volcó con los novios, engalanando cada rincón e incluso repartiendo claveles entre quienes se acercaron a la zona.
La boda de la infanta Cristina llegaba con la de su hermana en la memoria y por eso fue considerada por muchos como bastante más austera, también parece que estaba en la mente de la novia que, evitando cometer el mismo error que su Elena, ella sí se acordó de pedir la venia al Rey antes de confirmar que, efectivamente, sí quería casarse con su pareja.
Muchos fueron los detalles que se destacaron de este gran día, siendo la novia el centro de todas las miradas, tal vez por se suele remarcar que lucía un poco cansada, porque apenas había dormido la niche anterior queriendo disfrutar de las celebraciones. Llegaba radiante, con un diseño en seda valenciana color marfil firmado por Lorenzo Caprile. De manga francesa y cuello barco que dejaba sus hombros a la vista.
Sobre la cabeza lució la tiara floral, una pieza de platino y diamantes que también ha llevado la reina Letizia en alguna ocasión. Fue vendida por Alfonso XIII y recuperada por el Gobierno español como regalo para la princesa Sofía (hoy reina emérita) cuando se anunció su matrimonio. Completó el look con los pendientes de chatones, una de las piezas que forman parte de las ‘joyas de pasar’. El velo que lució era el mismo con el que se había casado la reina María Cristina.
El banquete fue servido en el palacio de Pedralbes, con un aperitivo previo donde se pudieron degustar productos típicos de la tierra, como chistorra, butifarra o jamón ibérico. Para la cena no se diseñó un único menú, sino cuatro diferentes, pensando principalmente en las limitaciones por causas religiosas que había entre los invitados. Hubo un menú macrobiótico, otro mijar, otro Kosher y un menú general.
Los novios fueron los grandes protagonistas de la velada, pero con permiso de la infanta Elena, que deslumbró con su look de Christian Lacroix y, sobre todo, con su gran pamela de color lila.