Por mucho que la primavera y el verano sean las épocas por excelencia de bodas, el invierno puede tener mucho encanto. De hecho, en los últimos años se ha incrementado notablemente el número de parejas que celebra la suya aprovechando el encanto que ofrece el invierno: juegos de luces únicos y un aura mágica que envuelve los campos, como si de un cuento de hadas se tratase.
En cualquier caso, si hay un punto que se torna crucial independientemente del momento en el que tenga lugar, ese es la elección del vestido de novia. Una prenda cargada de significado que debe adaptarse al estilo y preferencias de quien lo va a lucir, además de reflejar su personalidad. Sin embargo, a la hora de buscar inspiración, estamos acostumbradas a los lookbooks en los que impera el buen tiempo con diseños que la mayoría de las veces están pensados para el verano. Por eso, podría decirse que cuando las temperaturas bajan tan solo unos grados del mercurio, el desafío es mayor. Nada más allá de la realidad si se tienen en consideración ciertos puntos clave.
En primer lugar, hay que valorar el tipo de tejido que se va a elegir. En invierno conviene decantarse por sedas y satenes gruesos o incluso lanas que, además de brindar comodidad, conferirán un acabado más elegante y exclusivo a la prenda. Por otro lado, las bodas de invierno se prestan a experimentar con una gama de color un poco más amplia que va más allá del clásico blanco y en la que entran en juego los marfiles, blancos rotos e incluso el champán.
En cuanto al corte, las faldas con volumen, como las de corte princesa o trompeta, son ideales en este periodo ya que aportan un toque de dramatismo y evitan que la falda se vea demasiado plana en el entorno invernal. No obstante, para evitar que el vestido se vea demasiado abultado, considera añadir un cinturón o fajín que defina tu cintura. Además de ser una opción elegante, ayudará a equilibrar la silueta. Pero si hay un combo ganador es aquel e el que se ven talles altos y cuerpos muy ajustados.
Aprovecha la temporada para incorporar detalles brillantes y cargados de sofisticación como bordados de cristales, plumas o paillettes con las que agregar un toque de brillo sutil -que refleje estas luces invernales de una forma llena de encanto- en hombreras, escote o cintura. También conviene prestar atención al corte de las mangas, una alternativa que puede hacer que el look pase de ‘sencillo’ a ‘espectacular’. Es momento de capuchas para las novias más atrevidas; o escotes en la espalda con mangas largas y ajustadas en vestidos minimalistas, mangas acampanadas en diseños más fluidos, o abullonadas cuando se busca un resultado más clásico.
También entran en juego las capas, chaquetas y boleros para hacer frente al frío y dar un enfoque diferente y más personal al vestido. Destacan además aquellos diseños que pueden transformarse y ofrecer dos opciones completamente opuestos para la ceremonia y la fiesta al que se añadirían abrigos y chalecos en tejidos gruesos que proporcionen ese aspecto invernal ‘de película’ que marcará la diferencia.
Por último, no hay que olvidar considerar las condiciones climáticas y tener un plan B para posibles cambios repentinos (o al menos el calzado y las prendas de abrigo adecuadas para no estar incómoda ni que se arruine el look en el gran día). Y lo más importante, elijas lo que elijas debes estar completamente segura de tu elección para disfrutar al máximo este momento tan especial.