El velo de novia es uno de los elementos tradicionales que siguen de actualidad por tratarse de una de las piezas más simbólicas del look nupcial. La elección de este complemento se debe hacer con posterioridad a la del vestido, porque lo ideal es que el primero sea un accesorio más del modelo que has elegido para casarte y en lo que respecta a cómo llevar colocado el velo, el peinado es determinante.
El tamaño del velo depende no sólo de los gustos, también de la forma del vestido y las opciones van del corto al hombro, al velo catedral. Los velos catedral y capilla (el primero mide dos metros y medio y el segundo arrastra solo unos centímetros por el suelo) son los que usan las novias más formales y tradicionales. Existen otras muchas opciones: vals (largo midi), ballet (a la rodilla), a la punta de los dedos (la medida es el largo de los dedos estirados), largo al codo y largo al hombro.
Si hace un tiempo era importante que el velo y el vestido fueran del mismo color, ahora ha dejado de ser una regla imprescindible. Otra norma era que la novia llevara la cara cubierta por el velo, pero en la actualidad no solo hay una infinidad de modelos entre los que elegir, sino que existen multitud de formas de colocarlo.
La manera más tradicional de llevar el velo es cubriendo la cara de la novia, en este caso el velo se divide en dos partes, una del largo elegido que queda a la espalda de la novia y que suele ir sujeto sobre un recogido y otra, más corta, que queda por delante y que será levantada en un determinado momento de la ceremonia.
Las novias que aman el estilo vintage son también incondicionales de esta forma de colocar el velo, que tiene como referente a Grace Kelly y que en muchas ocasiones es una mantilla antigua con una larga tradición familiar. Consiste en colocarlo sobre la frente o en la parte superior de la cabeza y sujetarlo en los laterales o en la nuca para que haga un efecto de un casquete de los años 20.
En los últimos años, una de las tendencias nupciales que ha conquistado a más novias es la de apostar por peinados tan sencillos como una coleta. Esta opción, que exige un cabello hidratado, brillante y saludable, es además la excusa perfecta para colocar el velo de forma diferente: anudado a la coleta.
Otra manera de colocar el velo que adquiere cada vez mayor relevancia es sujetarlo bajo un recogido. Tiene muchas similitudes con el modo tradicional de colocar este accesorio nupcial, pero se diferencia en que la novia no suele ir velada al altar, es decir, que no llega a la ceremonia con la cara tapada.
Las novias que desean lucir un tocado el día de su boda, ya se trate de un lazo, unas flores, una diadema o una tiara, no tienen por qué renunciar a llevar velo. La mejor manera de que ambos tengan la importancia que se merecen es sujetar el velo con el tocado, de este modo te aseguras de que los dos sean protagonistas del gran día.
Las pamelas y los sombreros han ido ganando fuerza como accesorios nupciales, especialmente para las novias más transgresoras, pero apostar por una de estas piezas no impide que puedas llevar un ligero velo por encima que te permita aunar en un solo look la tradición y la vanguardia.
Otra forma innovadora de llevar el velo de novia es hacer que forme parte del vestido. En este supuesto las opciones van desde velos que van sujetos al cuello, a piezas que parten del escote trasero del vestido o ligeras capas de tela que se sujetan a los tirantes. En cualquier caso, suelen ser elementos desmontables que desaparecen una vez terminada la ceremonia.
También se puede optar por llevar una capa a modo de velo, ya sea aquella con capucha o sin ella. Con esta fórmula, una de las más innovadoras e ideal para novias de invierno, se consigue no solo lucir un velo de un modo diferente, sino que además permite a la novia lucir dos looks nupciales distintos, uno durante la ceremonia y otro en la celebración.