Alejandra Prat pertenece a una de las sagas de periodistas más conocidas del país, hija de Joaquín Prat Padre y hermana de Joaquín Prat hijo, la comunicación ha sido también su profesión desde siempre, ejerciendo de colaboradora y presentadora en varios programas de televisión.
A pesar de la fama de su familia, y la suya propia, Alejandra ha sabido mantener su vida personal alejada de la curiosidad del gran público, llevando junto a su marido y sus tres hijos una vida familiar tranquila y llena de amor.
“Con Juan Manuel nos reímos mucho, lo pasamos muy bien juntos y somos felices. Me volvería a casar mañana con él”, decía en 2022 en un desfile de Pronovias la periodista, que compagina esta profesión con la doma clásica, otra de sus grandes pasiones.
Alejandra y Juan Manuel se casaban el 22 de junio de 2007 en Palma de Mallorca, un lugar que para Prat y su familia es muy especial, porque tienen fuertes vínculos emocionales con la isla.
"No se me ocurría un escenario mejor para casarme. Mallorca es el lugar donde he veraneado toda mi vida, las cenizas de mi padre reposan allí y todos los recuerdos que tengo de la isla son maravillosos", explicó para Vanitatis.
Un enlace al que ambos llegaron tarde, ella un poco más que él, y que vivieron con gran emoción. La periodista recordaba para el citado medio cómo se emocionó en el momento en el que llegó a la catedral, de la mano de su hermano Joaquín, padrino del evento, y vio a su futuro marido, con un chaqué hecho a medida, esperándola en el altar.
Nadie quiso perderse la boda de Alejandra y por eso, cientos de curiosos se acercaron para ver llegar a la novia y también para poder presenciar la salida de los recién casados de la iglesia. Unos curiosos que se sumaron a los 600 invitados de la pareja, entre los que había rostros conocidos, como el de Florentino Pérez o María Zurita.
Manuel Mota, y su equipo de diseño de Pronovias, fue quien se encargó del vestido, un diseño blanco, de corte sirena y completamente bordado a mano. Llevaba una pequeña manga y la espalda transparente de tul, añadieron algunos detalles en color azul agua, con los que seguían la decoración mediterránea de la boda, con el mar siempre presente.
Durante la ceremonia llevó el cabello recogido y un velo artesanal, delicado y larguísimo del que se quedó prendada. Para la celebración y fiesta posterior, no dudó en soltarse el cabello, dejando sueltas una cascada de ondas doradas.
Disfrutaron de un cóctel al aire libre y evitaron que la cena se alargara demasiado poniendo una mesa buffet con los dulces, para que los invitados se sirvieran lo que quisiera. La fiesta acabó a las nueve de la mañana, con los novios viajando de vuelta con sus invitados en un autobús antes de poner rumbo a su luna de miel.