La boda de Rafael Medina y Laura Vecino en 2010 fue el gran acontecimiento social y aristocrático de ese año. El hijo de Naty Abascal y el difunto duque de Feria pasaba por el altar para casarse con una arquitecta convertida en diseñadora que, para no quedarse atrás, era descendiente de condes, marqueses y vizcondes. Jóvenes, guapos y aristócratas, la suya fue una boda por todo lo alto que reunió a la flor y nata del país, incluyendo a Cayetana, Duquesa de Alba, que acudió acompañada de Alfonso Díez, su último marido.
A día de hoy Rafael Medina y Laura Vecino forman una pareja compenetrada y estable, y han formado una preciosa familia con sus mellizo, llamados como ellos, Rafael y Laura, que nacieron en 2012. Pero poco antes de la boda se interpuso entre ellos la famosa modelo Karolina Kournikova, con la que Rafael mantuvo un romance que se hizo público. Laura dio un paso atrás y, llegado el momento, cuando la relación de Rafa con la top model se dio por zanjada, se reencontró con el que consideraba el hombre de su vida. El siguiente paso no dio lugar a especulaciones: anunciar la boda.
La ocasión lo merecía y era de esperar que la pareja de aristócratas eligiera un lugar emblemático para celebrar su boda. El marco excepcional fue el Palacio de Tavera, en Toledo. Se trata de una majestuoso edificio de estilo renacentista, levantado en el siglo XVI, que pertenece a la Casa de Medinaceli. Pero quizás el detalle más significativo es que se trata del lugar donde descansan los restos del padre del novio, el anterior Duque de Feria. Tras el enlace y en un gesto de homenaje a su difunto suegro, la novia dejó uno de los dos ramos que llevaba sobre su tumba.
Cuentan que Naty Abascal, gran amiga de Valentino, quiso que su nuera luciera un vestido obra del diseñador el día de su boda. Pero, por mucho que insistió, Laura Vecino se mantuvo firme en su decisión de contar con Giambattista Valli para este momento tan importante de su vida.
El vestido de novia era de corte princesa, con cuerpo en raso, la falda con el bajo abullonado en un brocado de seda natural y cubierto de tul. Como complementos, lución la gran corona ducal que le prestó la abuela del novio. Se trata de una pieza del siglo XIX con perlas y diamantes que forman preciosas hojas de acanto. Su ramo de hortensias blancas y unos zapatos de Manolo Blahnik hicieron el resto.
Era una gran boda, qué duda cabe, y entre los asistentes no podemos dejar de señalar, a pesar de lo obvio, a la gran Naty Abascal, que sí fue vestida de Valentino. El diseñador no faltó a la boda, junto a otros invitados tan destacados como Jaime de Marichalar, Carmen Martínez-Bordiú, Carolina Herrera, Paloma Cuevas, Genoveva Casanova, El Juli’ y Rosario Domecq, y un largo etcétera.