Ahora es el rey Carlos III, pero durante muchos años fue príncipe de Gales, concretamente desde que su madre le nombró como tal cuando solo tenía nueve años, aunque su investidura no fue hasta el 1 de julio de 1969. El título actualmente lo ostenta su hijo mayor y heredero al trono, Guillermo.
El título en sí no conlleva ninguna responsabilidad, ni tampoco ninguna obligación, para sus predecesores fue así, pero para el entonces príncipe Carlos, Gales era mucho más y así quedó claro durante la ceremonia de investidura, para la que estuvo dos meses estudiando galés para poder pronunciar parte de su discurso en este idioma.
No fue lo único que estudió en la universidad galesa de Aberystwyth, también quiso conocer la historia y la cultura de esta nación, de las que reconoció su tradición, patrimonio e historia, en un gesto inesperado y de acercamiento con esta tierra, con la que se ha mostrado muy comprometido durante todo el tiempo que ha ostentado el título, él ha sido el príncipe de Gales que más tiempo lo ha tenido.
Esta investidura fue diseñada por Antony Armstrong-Jones, quien fuera marido de la princesa Margarita, una ceremonia transmitida por la BBC y que pudieron presenciar más de 500 millones de personas. Una ceremonia colorida y vistosa, celebrada, como es tradición en el castillo de Caernarfon, al norte de Gales.
Carlos, que por aquel entonces tenía 20 años, se arrodilló frente a su madre, quien le otorgó de forma oficial este título (no se hereda de manera automática, es necesario que sea otorgado), después paseó por el castillo luciendo el cetro, la tradicional capa de armiño y por supuesto la corona, que fue creada para la ocasión en oro, diamantes y esmeraldas, un diseño moderno y con un toque futurista, que incorpora la constelación de Escorpio, signo zodiacal de Carlos.
Era la primera vez que se investía al príncipe de Gales desde 1911, ni su abuelo ni su madre habían lucido el título, el primero porque ascendió al trono de manera casi sorpresiva tras la abdicación de su hermano, Isabel II por la juventud que tenía cuando ascendió al trono, de hecho todavía no se descartaba la llegada de un heredero varón. Esta fue la ceremonia que tomaron como inspiración para la de Carlos.
Se establecieron algunos cambios, al fin y al cabo la ceremonia iba a ser retransmitida por televisión, ante los ojos del mundo entero. Tal y como recogen en ‘Vanity Fair’, Antony Armstrong-Jones decidió que, por ejemplo, el palio bajo el que tuvo lugar la ceremonia fuera transparente para que las cámaras lo captaran todo. El mismo medio afirma que también fue el encargado de diseñar las sillas en las que se sentaron los miembros de la familia real y el resto de invitados, todas iguales a pesar de lo que le solicitaron.
Tan solo un día después de ser nombrado Rey, Carlos otorgó el título a su hijo, algo que sorprendió por la prontitud de la decisión, también en Gales ponen en duda que el nuevo príncipe muestre la misma implicación por el territorio que mostró su padre.