Ya está todo preparado para la que se espera que sea la boda del año, el duque de Westminster, uno de los hombres más ricos de Gran Bretaña (de él se dice que tiene más propiedades que el rey Carlos III) dejará de ser considerado uno de los ‘solteros de oro’ para comenzar una nueva etapa en su vida como hombre casado.
Hugh Grosvenor, séptimo duque de Westminster, y Olivia Henson se convertirán en marido y mujer tras tres años de relación, una historia de amor que comenzó gracias a que les presentaron amigos comunes, y que la pareja ha querido llevar siempre con gran discreción, algo que no ha sido sencillo desde que en 2023 anunciaron su compromiso, que celebraron con una gran fiesta en Eaton Hall, la mansión familiar donde también celebrarán su boda tras la ceremonia.
Eaton Hall no es solo el lugar que el duque de Westminster escoge para sus grandes celebraciones, es también donde, al parecer, planea instalarse junto con su esposa tras la ceremonia, cambiando Londres (donde ella vive por cuestiones laborales) por Chesire. Ha sido la residencia de campo de la familia Grosvenor desde el siglo XV y es donde Hugh pasó su infancia junto a sus tres hermanas, un lugar que para él es importante y que quiere convertir en su hogar familiar.
Una decisión que no parece haber complicado las cosas entre la pareja, aunque suponga cambiar sus vidas por completo, dejando el caos de la ciudad para trasladarse a un lugar más apartado, más íntimo y que les permite mantenerse alejados de la vida social si así lo desean.
La propia Olivia hablaba sobre el tema para Town & Country explicando parte de los planes de la pareja: “Obviamente, es un lugar en el que viviremos, donde construiremos nuestras vidas juntos. Estamos haciendo una transición lenta para mudarnos desde Londres para quedarnos aquí de manera más permanente. En realidad ha sido una decisión muy fácil de tomar”.
Puede que las características de la que será la nueva vivienda del matrimonio haya ayudado a convencerles a ambos, pues se trata de una fastuosa mansión que cuenta con una finca de más de 4000 hectáreas. Las zonas verdes, jardines, bosques y granjas son uno de los principales incentivos de este rincón, que ha conquistado el corazón de ambos. El edificio principal, como tantos en la zona, tuvo que ser derribada y reformada en la década de los sesenta, tras finalizar su construcción doce años después de empezarla, en 1870. A finales de 1980, de nuevo se realizó una reforma en profundidad, dando a la fachada el aspecto de un castillo francés.
Es una finca privada, pero un par de veces al año se abre al público para poder visitar los jardines y recaudar fondos para causas benéficas. Algunos edificios de la finca se pueden alquilar para celebraciones de carácter solidario y algunas de las salas se emplean para eventos.