El rey Juan Carlos no fue el primer monarca europeo en abdicar y tampoco ha sido el único. Esta decisión, que el Rey se encargó de hacer pública a principios del mes de junio de 2014 (siendo Mariano Rajoy, entonces presidente del Gobierno, el encargado de anunciarlo) y oficial el 19 del mismo mes, cuando salió publicado en el BOE la Ley que lo sancionaba, firmada por el propio Juan Carlos I.
Una decisión que no siempre se toma, pues en la mayoría de las ocasiones sucede como en la monarquía británica. Hasta la muerte de Isabel II, el 8 de septiembre de 2022, Carlos III no tuvo acceso al trono.
Esto parece que está cambiando con los tiempos, no son pocos los monarcas que prefieren dejar la corona en vida para que sean las nuevas generaciones quienes se encarguen de llevar el peso de la institución. Así ha sucedido, por ejemplo, con la reina Margarita de Dinamarca, quien en enero de 2024 pasó el testigo a su hijo, que reina bajo el nombre de Federico X.
El Rey de España no fue el primero, de hecho, tan solo un año antes, Beatriz de Holanda había tomado la misma decisión, convirtiendo en 2013 a su hijo, Guillermo Alejandro, en Rey de los Países Bajos, lo que convirtió a su esposa en la reina Máxima. "La responsabilidad sobre nuestro país debe recaer en las manos de nuevas generaciones", dijo la Reina al anunciar su decisión.
En Luxemburgo esta parece ser una tradición arraigada, pues el actual gran duque, Enrique I, obtuvo su corona tras la abdicación en el año 2000 de su predecesor, Juan de Luxemburgo, quien a su vez había alcanzado este puesto tras la abdicación de su madre en 1964. Ella lo obtuvo porque su hermana renunció al trono.
Felipe de Bélgica accedió al trono en julio de 2013, cuando su padre tomó la decisión de abdicar para que fuera él quien tomara las riendas. Esta decisión parece ser bastante habitual en la corona belga, porque si bien Alberto II (padre de Felipe) heredó el trono porque a su muerte su hermano Balduino no tenía descendencia, este lo hizo porque su padre, Leopoldo III consideró que lo mejor era abdicar y dejar que fuera su hijo quien representara a la corona.
Aunque Isabel II nunca se planteó abdicar, lo cierto es que esto no sería nuevo para la monarquía británica, donde se vivió uno de los mayores ‘escándalos’ por la abdicación de Eduardo VIII. Él renunció por amor, porque quería una vida al lado de Wallis Simpson, ciudadana norteamericana y divorciada. Dejó el trono tras menos de un año de reinado y el encargado de relevarle fue Jorge VI, padre de Isabel II.
No existe una norma clara entre las familias reales y las circunstancias de la época bien pueden suponer una gran diferencia. Si Eduardo VIII dejó el trono por amor, Juan Carlos I lo hizo para proteger a la institución en un momento en el que él no contaba con el mismo apoyo que siempre había tenido. Esto no cambió sus planes, pero sí que los aceleró.