Carlos III ha querido hacer las cosas a su manera desde el primer momento, algo que quedó claro desde su coronación, cuando estableció sus propias normas para conseguir que fuera más corta, con menos invitados y un poco más discreta que la de su madre.
Aunque este histórico momento lo pusiera de manifiesto, lo cierto es que esto no es algo nuevo para el rey Carlos III, quien hace tiempo que dejó claro lo importante que es para él el cuidado y protección del medio ambiente, algo que también se ha colado en las cocinas de Buckingham.
Hace tiempo se supo que Carlos III había prohibido que el palacio comprara y sirviera foie, elaborado a partir de hígado de pato o de ganso. Esto, lejos de estar causado por sus gustos personales, respondía a una cuestión de principios. El monarca está concienciado en conseguir una mejora el bienestar de los animales y por esto este producto no se volverá a servir en ninguna de las residencias de la monarquía británica.
Carlos III no es el primer monarca de su familia que veta algunos alimentos, por ejemplo, su madre no quería que se empleara ajo en las cocinas, debido al olor que deja y también por lo molesto que puede resultar con una agenda tan apretada como la de los monarcas británicos. Él ha mantenido esta norma, así como la de no tomar marisco, sobre todo durante los viajes, evitando así el riesgo ante posibles intoxicaciones.
Algunos alimentos se eliminan por principios, otros por seguridad o confort, y otros han sido eliminados de la lista porque no son del agrado de Carlos III, que es quien los va a consumir. Amante del té, no parece ser demasiado partidario del sabor del café, que no es una opción en su palacio, como tampoco lo es el chocolate.
Mientras que su madre era una apasionada de este dulce, llegando a tener un chocolatero real, su hijo no parece tener la misma predilección por él, por lo que los cocineros han tenido que encontrar la manera de no usarlo en sus postres.
La dieta del monarca se basa principalmente en el consumo de frutas y verduras, siempre intentando que su procedencia sea ecológica o incluso de los huertos de palacio. No toma arroz, ni pasta, ni patatas y su consumo de carne y pescado es limitado.
El monarca tiene varias manías extra relacionadas con la comida, por ejemplo, tiende a saltarse el almuerzo, por lo que intenta que sus desayunos, en los que nunca falta la fruta, sean copiosos y le den toda la energía que necesita para afrontar el día. Otras de sus manías están relacionadas con la forma que tiene de comer las cosas.
Por ejemplo, le gustan las galletas de mantequilla, pero solo si están calentadas a una determinada temperatura, también es un apasionado de los huevos cocidos, pero solo si han sido preparados durante tres minutos.