Hace veinte años que Letizia Ortiz Rocasolano pasó a integrar las filas de la casa real española. En mayo de 2004, la que había sido una de las caras más conocidas para el público por su labor como presentadora del Telediario en Televisión Española, se dio el 'sí, quiero' con el por entonces príncipe de Asturias, formalizando un noviazgo de poco más de un año, llevado en secreto y anunciado públicamente solo unos meses atrás. Cada movimiento de la actual reina, tanto de aquella como ahora, se analiza con lupa, y especial interés ha generado siempre su pasado antes de conocer al rey Felipe. Por aquel entonces, la periodista concedió la que es su única entrevista conocida, en la que hablaba de sus planes de futuro.
Cuando el 31 de octubre de 2003 la institución confirmó públicamente el compromiso del heredero al trono con la presentadora, horas después de que Terelu Campos lo adelantase en televisión, comenzó a generarse un auténtico torbellino en torno a la figura de la ovetense, que no volvería ya a ponerse frente a la cámara para dar las noticias. Letizia se convirtió en una y de una relevancia mayúscula, y pronto los medios de comunicación, en esos días y semanas de desaforado interés, pusieron la maquinaria en marcha.
Fueron muchos los temas sobre los que la prensa intentó arrojar luz, habida cuenta del habitual hermetismo de la monarquía española. Las reacciones del rey Juan Carlos, la reina Sofía y demás realeza; la identidad de los padres y la familia de la futura novia o los detalles y la intrahistoria del romance de la pareja fueron algunos. Pero la que, con diferencia, ocupó más páginas y minutos fue ella, la auténtica protagonista: ¿Cómo era en lo personal? ¿Cuál había sido su vida hasta entonces?
La desconocida parcela privada de Letizia pasó a ser debate nacional, y el nivel de escrutinio mediático y público sobre ella, así como sobre los Ortiz Rocasolano, comenzó a alcanzar unas cotas desorbitadas que se mantienen con el paso de los años. Todavía hoy se revisita el discreto pasado de la monarca, y hay un episodio revelador que el tiempo ha dejado en el olvido: la única entrevista conocida que concedió, de joven.
Tenía apenas veintitrés años cuando se mudó a la ciudad mexicana de Guadalajara para cursar un posgrado universitario. Y poco antes de hacerlo, habló de ello, junto a otros dos jóvenes, en vídeo. Acababa de terminar su licenciatura en Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, y se disponía a viajar a México con una beca de estudios de la Agencia Española de Cooperación, una temática que se ha convertido en una de sus grandes pasiones en su actual labor institucional.
"Soy Letizia Ortiz Rocasolano y voy a la Universidad de Guadalajara a hacer el último curso de la maestría en comunicación social", explicaba frente a la cámara a un periodista mexicano para un documental con fines docentes, en una entrevista que emitiría Antena 3 en las semanas posteriores al anuncio del compromiso nupcial con el príncipe de Asturias. En ella, abordaba cuál era su interés en el país y sus motivaciones e inquietudes de cara a su estancia. También hacía, al mismo tiempo, algunas consideraciones de tipo personal mientras era, todavía, una joven anónima.
Así, explicaba, ante el "cambio grande" que estaba por llegar, que se había hecho "un plan de vida" para los próximos diez años. "Me apetece viajar y hacer otras cosas. No es sólo una experiencia académica, es una experiencia vital. El objetivo es conocerse a uno mismo, construirse a uno mismo. No es una huida. Quiero ir allí y conocer cosas, conocer gente. Estar sola, sentir el desarraigo, no tener a tu tierra, a tu gente", valoraba de aquella. "Voy a conocer gente, a llenarme (…) No voy con ningún sentimiento conquistador, conquistador de hombres a lo mejor", bromeaba ante la cámara.
Además, hacía entonces un pronóstico sobre su futuro que con la perspectiva del tiempo resulta certero, valorando cuáles eran sus perspectivas personales y profesionales en el caso de no embarcarse en esa aventura y permanecer en Madrid. "Aquí el camino que tendría es matricularme en un doctorado, seguir en la Universidad y buscar aquí un trabajo y meter muchas horas. No me apetece estar hasta los 65 años en un periódico", descartaba con veintitrés años la recién licenciada.