Analogías y diferencias de los retratos históricos de Leibovitz a las reinas Isabel II y Letizia

Tras casi diez meses de espera, han salido a la luz los retratos que Annie Leibovitz ha hecho a sus Majestades Don Felipe y Doña Letizia. Un proyecto que se gestó el pasado mes de febrero y que, según apuntan allegados a los Reyes, tenían en mente desde hace más de una década, pues, por todos es sabido que son grandes admiradores de la afamada fotógrafa estadounidense. Tal y como expresó el monarca allá por el 2013 cuando le entregó el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, la fotógrafa es "universal" y desarrolla su obra con una "intensidad estética extraordinaria" y convierte sus trabajos en imágenes "escultóricas y llenas de belleza".

El díptico de Sus Majestades podrá verse en la exposición ‘La tiranía del Cronos’, que estará abierta al público del 27 de noviembre al 29 de marzo de 2025, que en palabras de Yolanda Romero, comisaria de la muestra, "Annie Leibovitz ha sabido recoger la tradición del retrato institucional español". Este díptico de los Reyes es el primer retrato realizado con fotografía que formará parte de la colección del Banco de España, la cual refleja su historia desde su creación en 1782, por iniciativa del rey Carlos III, como el Banco de San Carlos. No cabe duda, las imágenes han cumplido las expectativas, respetando la solemnidad de los Reyes y dotándoles de un aire renovado.

Que dichos retratos hayan visto la luz en 2024 no es casualidad, pues es su décimo aniversario en el trono, y también los veinte años de casados. Un momento en el que han elegido salirse de los clásicos parámetros de la Casa Real y elegir a una de las fotógrafas más famosas de la historia y que triunfa en Hollywood, para que los inmortalice bajo su lente. Según lo expresado por Yolanda, “fue un proceso muy meditado” por abrir “una oportunidad histórica para la renovación de la colección”.

Las imágenes de Leibovitz son elegantes, con composiciones cuidadosamente diseñadas y una iluminación que transmite una fuerte carga emocional, pensada para conectar con lo más íntimo de los sujetos retratados. Pues esa combinación única de sofisticación estética y una profunda humanidad emocional es lo que buscan las grandes celebridades. Pero visto lo visto, también los miembros de la realeza, conscientes de la necesidad de adaptar su imagen a los estándares de los tiempos que corren.

Una obra que comparan con los retratos de Isabel II

De la obra de la artista destacan multitud de portadas de la revista Vanity Fair, pero también la última imagen de John Lennon y Yoko Ono juntos antes de que muriese asesinado, o sus retratos a Isabel II, a quien fotografió en 2007 y 2016. Precisamente las fotografías a la monarca inglesa guardan ciertas similitudes con las de Felipe y Letizia, aunque ambas sesiones fueron completamente diferentes, tal y como mostramos en las próximas líneas.

En primer lugar, la vestimenta. En el caso de Letizia, la idea era que llevase un vestido de un diseñador español que no hubiese lucido nunca ni que tampoco estuviese inmortalizado -ni en pintura ni en fotos-, así que, tras varios meses de arduo trabajo con su estilista Eva Fernández, se decantaron por un diseño negro con escote palabra de honor y drapeado de Balenciaga que se encuentra expuesto en la fundación de Antoni de Montpalau ubicada en Sabadell, Cataluña. Por su parte, Isabel II en su primer retrato de 2007 (el que más ha dado que hablar) apostó por la capa de la Orden de la Jarretera, una tiara de diamantes y un vestido dorado.

En cuanto al enclave de las fotos, pueden resultar bastante parecidos, muy palaciegos, para ensalzar aún más la autoridad de dichos monarcas y siempre con una cuidada decoración en la que no faltan los elementos cargados de historia. Felipe y Letizia fueron fotografiados en el Salón Gasparini del palacio, es una sala concebida en origen para audiencias privadas cuya decoración se remonta al reinado de Carlos III. Isabel II por su parte, en el majestuoso White Drawing Room del Palacio de Buckingham.

Cuestión de tiempo

Una sesión de fotos de esta índole requiere tiempo y paciencia, algo que Leibovitz no tuvo con la reina inglesa. En aquella ocasión, según cuentan, Leibovitz acudió con sus 11 asistentes y estuvo documentándose durante meses para tener la mayor información posible para poder mostrar su lado más humano. Al parecer ver a tanta gente no le gustó a la monarca y el tiempo que tuvieron fue de 25 minutos.

Con Felipe y Letizia la situación fue bien distinta. Según cuentan desde la organización de la exposición, el ambiente fue muy distendido. La Reina llegó un poco antes que el Rey y las charlas entre los tres no cesaron. Estuvieron desde las 11 de la mañana hasta las 4 de la tarde e incluyo almorzaron juntos en la pausa para comer. De hecho, ese día ofrecieron a los empleados del Palacio Real de Madrid teletrabajar para poder así tener la máxima tranquilidad e intimidad.

Los detalles que no han pasado desapercibidos

Pero si hay una diferencia importante en lo que respecta a las imágenes, ha sido el detalle de la tiara, una cuestión que causó cierta polémica en su día con Isabel II ya que la fotógrafa le pidió que se la quitase, una petición que no le hizo mucha gracia y que, aunque accedió a quitársela para las últimas fotografías, finalmente estas instantáneas no vieron nunca la luz.

En lo que respecta a Letizia, aunque durante la sesión diversas fuentes han confirmado que se hicieron pruebas con algunas diademas que forman parte de la colección de joyas a disposición de la Corona y, también, con la banda de la Orden de Carlos III, finalmente quedaron descartadas por la propia fotógrafa.

Por último, otro de los elementos más comentados ha sido la luz. Muy parecida en ambos casos y fiel reflejo del estilo de Annie, que opta por acercarse al máximo a la figura de las celebrities, sacándolas de su entorno VIP y personalizándolas lo máximo posible (o al menos, de cara al objetivo de la cámara). En ambos casos, ha prescindido de focos, utilizando solo la luz natural y situando en primer plano a ambas reinas, para que se viesen lo más favorecidas posibles sin necesidad de iluminación extra, y lograr así ese efecto tan característico de sus obras.

Sea como fuere, no cabe duda de que hoy en día, tanto el retrato de la reina Isabel II como los de Don Felipe y Doña Letizia realizados por Annie Leibovitz son considerados piezas icónicas de la monarquía de ambos países, y un recordatorio de cómo la fotografía puede transformar y humanizar incluso a las figuras más grandes y distantes.

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