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¿De que murió Federica de Grecia, madre de la reina Sofía?

La muerte de Federica de Grecia fue un duro golpe para todos los que la querían, pero especialmente para su hija, la reina Sofía, con quien tuvo una relación cercana y no siempre sencilla. Fue su madre quien la preparó para ser Reina, quien apostó por el matrimonio de doña Sofía y don Juan Carlos y quien, al parecer, logró que la pareja permaneciera unida a pesar de los problemas. 

A pesar de que el carácter de la reina emérita es más similar al de su padre, de su madre heredó la energía y las ganas de contribuir, de hacer cosas que marcaran la diferencia. De ella aprendió la empatía y la solidaridad y también, según ha contado la propia monarca en alguna ocasión, a saludar a todo el mundo mirándoles a la cara, para que se sintieran “individualmente saludados”. 

La reina Sofía siempre ha sido una mujer muy familiar, lo ha demostrado muchas veces a lo largo de los años, siendo esa figura que siempre está para los suyos, ya sean sus hijos, sus nietos o sus hermanos. Para ella, la figura de su madre fue clave tanto en su vida como en su reinado y su muerte repentina, un duro golpe nada sencillo de aceptar. 

De que murió Federica de Grecia, madre de la reina Sofía

Federica de Hannover nació el 18 de abril de 1917 y con solo veinte años ya estaba viajando a Atenas para casarse con Pablo de Grecia. De ella se dijo en muchas ocasiones que se inmiscuía demasiado en los asuntos políticos que concernían al Rey; Pablo fue Rey de los helenos durante 16 años, hasta que tras su fallecimiento le sucedió su hijo, Constantino, quien fue el último de los reyes de Grecia, porque la monarquía quedó abolida. 

La vida de la reina Federica estuvo marcado por su papel de monarca y también por el de madre, y su trágico final fue inesperado, falleció durante una operación de estética en 1981. La monarca acudió a la clínica estética La Paloma para una operación en la que le eliminarían unas antiestéticas manchas en los párpados, sin embargo, durante la anestesia le sobrevino un infarto de miocardio masivo del que no se pudo recuperar y que acabó con su vida. 

La noticia fue una desagradable sorpresa para todos, también para su hija, que en ese momento se encontraba muy lejos de Madrid, donde estaba planificada la operación, y tuvo que volver rápidamente en helicóptero. El deseo de doña Federica era ser enterrada junto a su marido en Grecia, en los jardines del palacio de Tatoi, algo que sus hijos quisieron cumplir a pesar de tener que negociar las condiciones con el gobierno griego (la familia real griega tuvo que exiliarse en 1967 y tenía prohibido volver a Grecia). 

Finalmente, se permitió que un pequeño séquito acompañara a la fallecida reina y pudieran estar en suelo griego durante cinco horas. Un funeral sin honores (salvo al recibir al rey Juan Carlos como jefe de Estado) y donde las lágrimas de la reina Sofía por una pérdida tan inesperada como dolorosa fueron protagonistas.

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