La historia de amor entre la princesa Mako de Japón y su ya marido, Kei Komuro, es de película. La joven iba a ser la siguiente en la línea de sucesión al trono, pero decidió dejarlo todo por emprender una vida junto a su pareja. La razón: Kei es plebeyo y, tal y como dictan las leyes japonesas, no puede convertirse en emperador si no pertenece a la casa real.
Mako nació en octubre de 1991, convirtiéndose en la primera hija del príncipe Fumihito y su esposa Kiko, los principales herederos de Japón. La joven estudió en la Universidad de Gakushuin en Tokio y se graduó en Museología en la Universidad de Leicester en Reino Unido. Durante sus años de estudios en Tokio, y más concretamente en el año 2012, Mako conoció a Kei Komuro.
Fue en ese momento cuando se puso el ojo en la familia de Kei y se publicó que su madre no había devuelto un préstamo de cuatro millones de yenes -unos 40.000 euros- a un antiguo prometido. Esto, en cualquier otro país sería un escándalo, pero para los japoneses fue toda una decepción. En su cultura, la casa real tiene que tener un comportamiento ejemplar y esto se salía de esos límites.
A pesar de eso, Kei y Mako siguieron con su relación y decidieron formalizarla comprometiéndose en 2017. Aunque ha tenido que pasar mucho tiempo, su amor sigue intacto y decidieron darse el ‘sí, quiero’ el 26 de octubre de 2021. En ese momento, al casarse con una persona externa a la familia real, decidió renunciar a todas las obligaciones y, también, a la contribución monetaria que se da en estos casos.
Así, Mako ya no forma parte de la familia imperial y ha pasado a llamarse Mako Komuro. Lo cierto es que, antes de la celebración del enlace, tanto Mako como Kei pidieron disculpas al pueblo japonés y les agradecieron su apoyo. La boda se celebró en el municipio de Shibuya y contó con la presencia de un funcionario del Comité de la Casa Imperial.
Ahora, tras formalizar su relación, la pareja ha decidido poner tierra de por medio. Kei, que es abogado de profesión, ha conseguido un trabajo en un bufete americano. Es por eso que el matrimonio ha decidido mudarse a la ciudad de Nueva York, donde vivirán en un pequeño apartamento. Por su parte, Mako tendrá que buscar empleo, ya que no recibirá ningún salario por parte de la casa imperial.
Aún así, la salida de la princesa Mako de la familia imperial ha agravado, aún más, el problema de extinción de la dinastía gobernante. Según la ley japonesa, una mujer no puede heredar el trono por sí misma, sino que debe transmitirlo a un hombre y, por eso, se debe casar con un aristócrata.