“Ya no quería vivir”. Este ha sido, probablemente, uno de los titulares más impactantes de la entrevista que Meghan Markle y el príncipe Harry han concedido a Oprah Winfrey. La charla, que duró más de dos horas, había generado una gran expectación por las posibles declaraciones que se esperaban sobre su relación con la familia real británica. Y así ha sido. Los duques de Sussex, que también han desvelado que están esperando una niña en este segundo embarazo, han halado sin problema de “temas variados” y de la fuente presión que vivieron por parte de la prensa inglesa.
Embarazada del pequeño Archie, Meghan Markle sufrió un duro momento al pensar, en varias ocasiones, que “no quería seguir viviendo”. “Me daba vergüenza decírselo a Harry, porque sé cuánta pérdida ha sufrido, pero sabía que si no lo decía, lo haría. No quería seguir viviendo, era un pensamiento constante, muy claro, real y aterrador”, ha confesado en esta entrevista. Aunque no quería echar “más peso sobre los hombros” de su marido, finalmente le contó lo que estaba ocurriendo el mismo día que tuvieron que acudir al estreno del Totem del Circo del Sol, en apoyo a una organización benéfica. "Tenía los nudillos blancos de lo fuerte que Harry me apretaba la mano", recordaba la duquesa de Sussex.
Finalmente decidieron pedir ayuda a la familia real británica. "Acudí a la institución y les expliqué que necesitaba ir a algún sitio para recibir ayuda”, comentaba. Pero a diferencia de lo que ella pensó, no recibió ninguna ayuda porque le dijeron que “no sería bueno para la institución”. Estos pensamientos aumentaron con la presión que la prensa británica hizo sobre la pareja. “Pensaba que sería lo mejor para todos”, ha recordado Meghan.
En esta explosiva entrevista llena de titulares, el matrimonio también se sinceró sobre los supuestos episodios racistas que vivieron en palacio antes del nacimiento del pequeño Archie. “En los meses en los que yo estaba embarazada, hubo (…) preocupaciones y conversaciones sobre lo oscura que podría ser su piel cuando naciera”, confesaba Meghan a Oprah, desvelando que estos comentarios se habrían realizado en “conversaciones que la familia tuvo” con su marido, pero sin identificar a las personas implicadas en tal trama porque “eso sería muy dañino para ellos”.
La duquesa de Sussex añadía a su relato que antes del nacimiento de su primogénito se enteró de que la Casa Real británica “no quería que fuera un príncipe” ni que “recibiera seguridad”, a pesar de la presión recibida por parte de la prensa. Unas intenciones que afectaron a Meghan, que se sintió angustiada ante la idea de que su bebé “no fuera a estar seguro, y que al primer miembro de color de esta familia no se le diera un título de la misma forma que a otros nietos se le daría”.
El príncipe Harry, por su parte, confirmó esta dura revelación y explicó que esta conversación giró en torno a “qué aspecto tendrían los hijos” que tuviera con Meghan al tener raíces afroamericanas, pero dio rápidamente zanjado este asunto en la entrevista al no querer hablar más sobre ello. “Es una conversación de la que nunca voy a hablar”, concluía el nieto de la reina Isabel II, agregando que esta situación fue “chocante”.