El 2023 está siendo un año intenso para Tamara Falcó. Los últimos meses han venido marcados por la celebración de su boda junto a Íñigo Onieva. El enlace de la temporada tuvo lugar el pasado mes de julio, después de que ambos se reconciliasen las pasadas Navidades, entre una descomunal expectación y bajo un secretismo total hasta que llegó la esperada exclusiva. Una vez convertidos en mujer y marido, llegó el turno de la luna de miel, y de afrontar nuevos retos como la maternidad o su nueva vida en común. Tamara ha reconocido ahora que se arrepiente de comprarse su nueva casa, que aún no ha estrenado.
Ya hace tiempo que la marquesa de Griñón se compró dicho un piso, un impresionante ático de lujo muy próximo a Villa Meona, el mítico domicilio de su madre, Isabel Preysler, en la madrileña urbanización de Puerta de Hierro. Un edificio diseñado por el arquitecto Joaquín Torres, del que finalmente la aristócrata recibió las llaves durante el verano de 2022. Pese a ello, las reformas y obras se han seguido, una circunstancia que ha provocado que, hasta hace poco, Tamara e Íñigo siguiesen viviendo en el hogar familiar de ella después de su boda.
Ahora Falcó ha revelado que se arrepiente de dicha adquisición inmobiliaria, que todavía no ha estrenado. Los cónyuges se mudarán a su hogar el próximo mes de noviembre, pero lo cierto que es Tamara reconoce ya, antes de instalarse definitivamente allí, que no le seduce la idea. Así lo ha confirmado en una intervención en 'El Hormiguero'. En dicho formato han planteado a la hija de Carlos Falcó las últimas novedades que se han conocido con respecto a su vivienda: recientemente, Vanitatis avanzaba que se había realizado cambios en lo que se ha venido denominando como un "bloqueo botánico".
Porque lo cierto es que Tamara considera que la vivienda no le ofrece la privacidad que el matrimonio necesita. Por eso apostó por cubrir la parte exterior del ático con abundante vegetación, que ahora cubren los balcones del mismo, su parte más visible desde la calle. En su paso por el mencionado programa confirmaba esta decisión. "La casa que me he comprado tiene unas vistas preciosas, pero me veía todo el mundo. Así que he puesto plantas", ha reconocido entre risas la socialité.
Tamara confía en que ahora, los paparazzis, no le puedan hacer fotos desde el exterior, cosa que hubiese sucedido de otra manera. Y ha admitido que el concepto original no le acaba de conquistar actualmente, una vez finalizada. "Es una casa muy moderna de esas acristaladas, entonces, realmente está hecha para que se te vea de todos lados. Es muy bonita sobre plano, pero creo que para mí no es la mejor idea", se ha sincerado.