De repente te das cuenta de que tu pequeño te saca la cabeza y ha dejado de vestirse con la ropa que tú le comprabas. Entras en su cuarto y parece una auténtica leonera. Intentas recogerlo, pero es su espacio, son sus cosas y hay que respetarlo. Una solución es sentarse a negociar cómo organizar el dormitorio de tu hijo adolescente porque con ellos todo funciona mejor exponiendo tus condiciones, escuchando sus preferencias y negociando.
El primer paso es tomar conciencia de que su cuarto es su fortaleza, sin embargo, no cabe, literalmente, porque está lleno de cosas que ya no le sirven, no utiliza o no le gustan. Además, ya es imposible limpiar el polvo o pasar el aspirador. Es habitual que ni siquiera proteste, solo sobrevive en ese caos donde el lleno es absoluto, el desorden le desborda y aborrece hasta su funda de edredón, aunque la hubiera elegido a título personal.
El segundo paso es sentarse hablar y plantear los hechos con preguntas como ¿qué te parece si ponemos orden en tu cuarto? El objetivo es retirar libros, juegos y cachivaches que no usa y aprovechar para despejar el armario y el zapatero de lo que ya no le sirve de tamaño o no le gusta. Sólo con eso ya se respira otro aire y además se abren huecos disponibles donde colocar sus cosas. Después, se puede seguir avanzando.
Una tercera propuesta es negociar un cambio en la decoración y de los muebles en función de la economía disponible a cambio de que empiece a ser más recogido y ordenado. Retirar ese papel infantil o comprar una cama de 1,20 metros de ancho para el solo, con la condición de que mantenga el orden y la limpieza de su cuarto. Seguro que acepta el trato.
Un punto básico es no aventurarse a llevar la tarea sin su consentimiento pues lo más probable es que su enfado se alargue y con razón porque habremos invadido su espacio. Igualmente, es indispensable que exponga sus necesidades como, por ejemplo, el espacio que requiere para colocar sus libros y los apuntes del instituto, más perchas para colgar sus cazadoras o una estantería donde lucir su colección de zapatillas de deporte.
Además, una vez cada cosa tenga su sitio donde quedar guardada será más fácil que cumpla con la tarea de mantener el orden de su dormitorio. Un adolescente necesita normas; hacerse la cama y dejar su cuarto más o menos recogido antes de irse al colegio son las básicas. Al cumplir con su compromiso llega el orden con el que le será más fácil relajarse, disfrutar de su música y sus hobbies, concentrase y estudiar. Aquí entran en juego todas esas rutinas que le han ido inculcando de pequeño, sin embargo, nunca es tarde para ponerlas en marcha si no existían o estaban olvidadas.
En cuarto lugar, es importante enseñarle a no acumular aquello que ya no necesite para conseguir mantener una relativa organización. En caso contrario, en una semana la habitación volverá a recuperar el temido caos. Conservar, dar o tirar, estas son las claves.
El quinto paso es comprobar el estado y la utilidad de los muebles existentes. La realidad es que cuanto menos mejor; es suficiente con una silla y una mesa de estudio con baldas o cajonera, una estantería, el armario y la cama.
Por supuesto, conviene que se adapten al tamaño del adolescente pues la idea es alargar su uso todo lo posible. La mesa para estudiar tiene que ser grande de modo que quepan con holgura el ordenador, todos los apuntes y un flexo que ilumine bien. No suelen ser baratas, pero hay soluciones muy asequibles como un tablero de madera y unas borriquetas para sostenerlo. La estantería, si se sube de presupuesto, se puede sustituir por unas baldas colgadas en la pared. En cuanto al cabecero, es normal que prefiera un póster de su grupo favorito para presidir la cama.
La sexta clave para la organización del dormitorio es dotarlo de capacidad de almacenaje. Como tampoco conviene recargarlo hay muy buenas ideas en el mercado como un canapé abatible o cajas con ruedas que se esconden debajo de la cama. Los percheros de pared para abrigos, bolsas, bolsos y mochilas evitan que todo esté rodando por el suelo, al igual que replantear bien su armario con cestas y colgadores donde colocar por separado camisetas, sudaderas, jerséis, vaqueros… Incluso, aunque suponga añadir un bulto más es recomendable que dispongan de un carrito auxiliar o una cajonera en la que mantener en orden su maquillaje, sus cd o sus juegos de la consola.
Por último, está la ropa sucia. Lo ideal es que cada día la lleve al cesto común de la familia, aunque es una tarea “complicada” para un adolescente cuya tendencia es acumularla en la silla, a los pies de su cama o dejarla caer al suelo. Un cesto propio para su dormitorio está totalmente justificado y evita más de una bronca entre padres e hijos.
Ahora que su “guarida” respira un aire más pacífico y armonioso e incluso se mantiene bastante ordenada sería buena idea premiar el esfuerzo del adolescente con un objeto para su habitación: una almohada ergonómica, un espejo de cuerpo entero -los que se pegan en la puerta de los armarios son baratísimos-, o una silla gaming son propuestas que aceptará encantado.