Parece que influencers, famosos, celebrities y similares no nos van a dar tregua con los 'House Tour' este verano… ¡Y me encanta la idea! Siempre me ha fantaseado meter las narices en casa de los demás y estas maravillosas personas me lo están poniendo a huevo. Maravilla.
Y de la misma manera que le pedimos a Chat GPT que critique nuestro feed de Instagram, yo procedo a desmenuzar los pormenores de estas magnas villas. Y en esta ocasión le ha tocado el turno nada menos que a la Pantoja. Anabel. Pero Pantoja y a su dúplex en Arguineguín (Gran Canaria) con una terraza espectacular y piscina en la azotea. ¡Allá vamos!
Lo primero que tengo de decir a su favor -sí, es verdad es que a veces me pierde la lengua viperina, pero uno también sabe reconocer los aciertos ajenos- es que ha contratado el servicio de unos profesionales y qué queréis que os diga ¡se nota un montón! No sólo eso, sino que, además -al igual que los Javis y la Pombo- dan crédito a los mismos. Aunque esto parezca de primero elemental, no sólo no todos los ‘feimus’ lo hacen, sino que encima hay quienes lejos de dar el crédito se atribuyen todo el mérito. Anabel, ya me caes bien.
Y la reforma es la pera, piscina en porche incluida y si bien la ‘deco’ en gereral puede pecar un pelín de aséptica -oye que a ella el rollo de que parezca un hotel le parece genial- ese sofá donde explica cómo le gusta tirarse en plancha nada más llegar a casa me parece de lo más honesto que he visto últimamente en las redes. Porque ¿quién llega cansado a su casa y se sienta en el sofá como si fuera a tomar el té de las seis? Nadie. Y Anabel tampoco. Otro punto a su favor.
Sí que me ha gustado -y mucho- el joyero vertical que tiene en el vestidor, porque además de verlo súper práctico me lo creo: lo debe usar con fruición. Al menos yo lo haría.
Pasamos a lo cocina y ahí me chirrían un pelín los taburetes de terciopelo, donde se te puede caer café, un macarrón o hasta la baba tras una siesta eterna en el susodicho y pantagruélico sofá.
Siguiendo con el tono general de la casa los dormitorios me parecen de hotel que, aunque a muchos les encantará -incluida ella- no me terminan de convencer, pero oye, técnicamente un diez.
Lo que sí que me cuesta ver es la luz de la escalera, más que nada por eso, porque es tan fuerte que no deja ver deslumbrando a la subida. Aunque probablemente se vea desde el espacio las noches de luna llena. Bromas aparte en general la iluminación, aunque muy estudiada, me resulta quizá algo excesiva.
Y hay un detalle que me no se puede pasar por alto: hotel, no hotel, lúmenes arriba o abajo no se puede negar la evidencia, ella está encantada de la vida. Y ahí, queridos lectores, es donde se nota que un diseñador de interiores ha hecho bien su trabajo ¡enhorabuena!