Hay propósitos que parecen imposibles, adelgazar tres kilos en una semana, ir al gimnasio de lunes a sábado (y, a veces, el domingo) y tener un armario ordenado después de las rebajas de verano y las novedades de otoño. De las dos primeras no tengo la solución, aunque las intuyo, pero de la última sí. Bueno, no la tengo yo, sino la gurú del orden Marie Kondo. Después de leer su libro varias veces y seguir sus movimientos de cerca, he recopilado los 5 consejos definitivos para presumir de armario organizado. Una cosa buena, no hace falta pasar hambre.
Y no me refiero a bayeta en mano, aunque puedes aprovechar, sino a sacar todo del armario, ponerlo en el suelo, dividirlo por categorías (camisas, camisetas, ropa para colgar, accesorios, faldas…).
Por cierto, ella aconseja llevar a cabo esta tarea a primera hora de la mañana (tampoco hace falta que te des el madrugón de año), así estás más despejada, mejor sola (las relaciones con tus cosas son personales) y sin mucho ruido (la música, mejor de fondo).
Con todo en el suelo, es el momento de empezar la purga: fuera todo aquello que hace meses (o años) que no te pones, lo que no te hace feliz o lo que no te queda bien por más oportunidades que le das (si no abrocha, no abrocha). Sigue con la ropa de temporada y termina con los complementos.
Según el método Konmari, cuando acabes te habrás quedado con el tercio de toda la ropa que tenías. ¿Duele? Un poco, lo sabemos. Sobre todo, cuando un día te despiertas pensando en una falda y descubres con horror que ya no forma parte de tus posesiones. Finalmente, deja ir con cariño todo lo que has desechado: recuerda que compartir siempre hace bien, a alguien y a ti.
Después llega el momento de guardar. Y aquí llega lo difícil. Olvídate de la separación por temporadas, esta forma de organizar el armario está obsoleta y no encaja con la forma de vida actual, donde las chanclas sobreviven al verano o las camisetas de tirantes son un básico del invierno. Además, con las prisas del día a día, necesitas tener todo a mano, sin pérdidas de tiempo.
Cuelga exclusivamente la ropa que sí o sí debe ir colgada. Es decir, las chaquetas, las camisas delicadas o ese vestido que no hay forma de domarlo, si no está en una percha. ¿Las ventajas de este nuevo orden? En el espacio en el que cuelgas 10 prendas, entran hasta 40 dobladas (bien dobladas, eso sí). Aunque al principio pueda que no te convenza el método, piensa en lo bonito, ligero y cómodo que verás tu armario y el gustazo de coger la blazer sin luchar con una barra abarrotada de perchas y prendas.
Un truco que funciona, agrupa por categorías y pon lo más largo y pesado (incluyendo lo de colores oscuros) a la izquierda y lo ligero al otro lado. Te impresionará el efecto, como si una flecha se elevara hacia la derecha.
Marie Kondo lo tiene claro, aunque nos guste más colgar la ropa, ya que cuesta menos trabajo, el método principal debe ser doblarla. Así, no solo ahorras espacio (recuerda lo de las 40…), sino que, además, cogemos la prenda con las manos y esto, según la reina del orden, supone que la transmitimos energía, la acariciamos y nos permite encontrar un bajo descosido o la falta de un botón. Espiritualidades al margen, resulta mucho más ordenado.
Eso sí, para que funcione, debes doblar adecuadamente, lo que te permitirá localizar lo que buscas a la primera. Se trata de hacerlo en vertical, en lugar de horizontal. Lo aviso: requiere práctica.
En cuatro pasos:
Una vez has conseguido que el orden reine y encuentres todo a la primera, es importante cierta rutina de mantenimiento. Para ello, si el jueves cae en tu cesta de Zara un pantalón, falda o camiseta nueva, el viernes otra prenda debe salir del armario, para evitar la acumulación. ¿Doloroso? Puede que sí, pero necesario también. Evidentemente hay excepciones, pero no hagas que todo lo sea.
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