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Mis primeros recuerdos de Ágatha Ruiz de la Prada son de cuando aparecía en el “Un, dos, tres” presentándole a la mismísima Mayra Gómez Kemp, que nos ha dejado hace unos días, sus colecciones de moda a caballo entre la Bahaus, un colorido explosivo y toda esa energía creativa que se respiraba en los 80. Más allá de lo “ponibles” que fueran aquellos modelos -ojo que la moda, sobre todo algunos desfiles, no están exactamente para eso-, era innegable que estaba aportando algo nuevo y que su punto de vista no era el del común de los mortales. Una personalidad que ha imprimido en sus colecciones, pero también en su propia casa de Madrid, un icónico ático de más de 700 m2 ubicada en el Paseo de la Castellana y que vende por 7,5 millones de euros en la inmobiliaria, una empresa especializada en inmuebles de lujo muy famosa en Francia.
Aunque se ha hablado mucho de las causas de esta venta, y de su mudanza a una casa de 400 metros cuadrados en la zona de Retiro, todo apunta a que la diseñadora y empresaria ha decidido reordenar su enorme patrimonio y que su divorcio de Pedro J. Ramírez (que no fue un camino de rosas) y la mudanza de Cósima y Tristan, sus hijos, han propiciado también ese "cambio de aires".
A juzgar por los florencientes 'inmobifluencers' (personas que suben en redes sociales distintos pisos para vender), un ático de esas características y con terraza de 40 metros que ofrece una panorámica increíble de la ciudad, barato barato no debe ser. Ahora bien, tiene una terraza espectacular y sí, imagino que incluirá "su extra" de decoración y vivienda de celebrity en el precio. Y, como se suele decir en estos casos, “de bajar siempre se está a tiempo”. Aunque quizá para esa bajada haga falta un paracaídas...
Lo cierto que este humilde servidor no ha venido aquí a comparar precios ni a justificar expectativas, sino a hablar de los aciertos y errores de tremendo 'casoplón'. Una casa que, a grandes rasgos, "me creo".
1. Su decoración es coherente, se ve la línea argumental desde los ochenta hasta ahora. Y sí, probablemente tras su divorcio volvió a resurgir de sus cenizas incluso creativamente hablando, quedándose pero más que a gusto. Y me parece una opción correctísima.
2. Sí, es verdad: su gama cromática es estridente, pero guarda una lógica de colores primarios y secundarios muy saturados a la que siempre ha sido muy fiel. Y la belleza no está en agradar a nadie, sino en la armonía que producen la proporción y la lógica.
3. Su estilo es fresco, está equilibrado y se ha conseguido también en la casa porque, además de mucho color, realmente el protagonista es el blanco que hace que el ojo “descanse” y dándole además mucha más fuerza a la gama.
4. Es valiente, es intrépida y ha asumido riesgos y esto no es tan común entre las clases acomodadas patrias. Sus referentes están más cerca de capitales como Milán (donde también tiene otra casa) y Tokio que del barrio de Salamanca. Ha conseguido que su estilo se identifique a la legua.
5. Incorpora piezas de mobiliarios icónicas muy adecuadas a su estilo como esta mesa en forma de tornillo de Eero Aarnio. Que qué gusto ver de pronto estas piezas que son chutes de energía que se cuentan con los dedos de la mano en la decoración patria.
Un par de detalles que, dentro de su fuerte estilo, que no me han acabado de encajar:
1. En general el uso abusivo de corazones, tulipanes, estrellas y toda suerte de símbolos figurativos que, en mi opinión, restan fuerza a su mensaje cayendo un poco en lo “naif” en las mesas de la terraza.
2. La mesa de comedor, o, más bien, el "conjunto de pupitres" que hacen las veces de ella. Junto con los respaldos de las sillas con 'formitas de cosas', inevitablemente al juntarlo con el color, se nos va la cabeza a una escuela infantil y me quita al mismo tiempo "un poquito la paz". Porque la casa puede tener y ser muchas cosas pero serena no es. Pero ¿quién dice que las casas deban serlo?
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