Cuando la creatividad corre por tus venas, resulta ‘casi imposible’ quedarse quieta. Y eso es lo que le sucede a Miranda Makaroff, quien ha contado en alguna que otra entrevista que su mente no para de pensar en nuevos enfoques para que sus cuadros sigan manteniendo ese ‘je ne sais quoi’ que las hace tan especiales. Precisamente uno de los lugares en los que mejor se puede comprender su obra es en su casa, que además de ser colorista y alegre, incluye todos los elementos tan genuinos que reflejan a la perfección su personalidad.
La empresaria cuenta con casi medio millón de seguidores en Instagram, red social que se ha convertido en una ventana a su universo particular y que sirve de escaparte de sus creaciones, y también su estilo de vida. Su casa no iba a ser menos y así lo muestra orgullosa en su ‘feed’, donde comparte algunos de sus rincones favoritos.
Un remanso de paz situado en Ibiza, porque a Miranda las grandes ciudades le agobian, y tal y como explica en su cuenta, la isla es uno de sus lugares favoritos en el mundo y que más le inspiran para crear. Despertarse y ver el amanecer, relajarse en el jardín, ver el mar desde la ventana… son pequeños placeres de los que disfruta en su hogar.
Un rasgo distintivo del trabajo de Makaroff es el uso recurrente de la geometría como elemento estructural, y ese recurso se puede apreciar en los diferentes rincones de la casa, donde se combinan las formas sinuosas que contrastan con otras más angulosas. Por otro lado, el dinamismo y la vitalidad son fundamentales, y en su casa, también. En sus espacios, predomina el interés por crear ambientes que estimulen los sentidos. Como se puede apreciar, le atraen los entornos donde la luz natural juega un papel importante y en donde cada pared tiene el protagonismo que se merece, teñida de colores vivos y con mucha fuerza.
Sus preferencias decorativas también tienden hacia lo ecléctico. La artista tiene un gusto por mezclar piezas modernas con elementos vintage, lo que genera una atmósfera que combina lo nuevo con lo clásico, una suerte de diálogo entre el pasado y el presente. Las texturas también son clave en sus espacios: desde paredes con acabados ásperos y rústicos, hasta superficies suaves y pulidas, hay una clara atención a los contrastes táctiles.
Según ha contado, aunque gran parte de los muebles son de Westwing, le encanta perderse por mercadillos para encontrar piezas únicas, cargadas de personalidad, con las que hacer que los espacios sean aún más especiales. Ha detallado también que, aunque no puede vivir sin el color, si tuviese que elegir uno para sentirse en paz sería el verde, por eso lo ha introducido en su dormitorio.
La habitación que más le gusta es el salón, concretamente el rincón en el que se sitúa el sofá fucsia que, aunque no se tumba mucho en él según confiesa, le fascina hacerse fotos en él.
No faltan tampoco las piezas artesanales, grandes espejos con los que conseguir más amplitud, las alfombras con patrones geométricos, cojines de colores vivos y esculturas abstractas que se integran al espacio como una extensión de su lenguaje pictórico. “Soy una enamorada del diseño de interior y de piezas originales, con carácter y de buena calidad. Nunca había estado tan satisfecha estéticamente hablando hasta ahora”, se puede leer en una de sus publicaciones.
Y es que no hay nada como concederle tiempo y cariño a la decoración de una casa para convertirla en un hogar. A las pruebas -o fotos- nos remitimos.
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