Antonio Resines pasó por uno de los peores momentos de su vida tras contagiarse de coronavirus el pasado mes de diciembre. El actor estuvo ingresado casi 40 días en la UCI del hospital Gregorio Marañón, y su situación se llegó a complicar de tal manera que en algún momento sus familiares se temieron lo peor. Afortunadamente, el que fuera protagonista de ‘Los Serrano’ consiguió salir adelante, aunque aún continúa recuperándose en su casa de Comillas de las secuelas que le ha dejado el virus.
Dos meses después de recibir el alta médica, Antonio ha explicado en una extensa entrevista para ‘El País’ cómo fue su experiencia en la Unidad de Cuidados Intensivos. "Me acordaba de muchísimas cosas al despertar, el conjunto no es horroroso… Pero me encontraba en peligro permanente", reconoce.
El actor entró en esta sección el día antes de Nochebuena y hasta el 28 de enero no subió a planta, donde estuvo 12 días más. “Me quería morir. No podía más. De hecho, en mi delirio, se lo dije a los médicos: ‘Pegadme un tiro de una puta vez. Pero no os preocupéis, dejo ante notario que lo he pedido yo para que no tengáis problemas’, recordaba.
"Quería irme de ahí, a leer el periódico con un amigo que se murió hace ocho años, Rafa Santillán. Tomarme un café o una caña con él y otros también de por aquí, pero para eso me tenía que morir. Mandé una carta a mis padres. Pero una carta como de alguien que no sabe escribir, como de película de paletos. Les decía que en el tránsito cuidaran de Ana y de Ricardo, mi hijo”, contaba al detalle Resines, que notaba por aquel entonces como estaba apagándose.
“Me cansé de verdad, me estaba yendo… Probablemente encuentre a mis padres y a mis amigos por ahí, me figuré. En ese momento creí, sí, que quizá hubiera algo. Pero luego nada, como antes, no creo en nada. Aquello se me pasó enseguida". Al despertar, el intérprete tuvo que lidiar con las secuelas del virus y con el exceso de medicación para paliar sus dolores. Un cóctel que hizo que estuviese irascible y delirante hasta tal punto que insultaba a quienes accedían a su habitación: “Cuando fui consciente, me tiré cuatro días pidiendo perdón a todo el mundo”.
Todo eso forma parte ya de su historia. Antonio está ilusionado con sus nuevos proyectos y sin ninguna dolencia pese a que padece varias patologías desde hace tiempo. “No me duele nada ahora y eso que vengo de una atrofia muscular del 85% nada más salir del coma", confiesa. Su recuperación está siendo más rápida de lo que pensaba, algo de lo que se siente muy orgulloso. "En poco tiempo empezó aquello a revertir. Un día te levantas de la cama, vale, das tres pasos. Hoy he hecho cuatro kilómetros. Parando. Muy bien. Me encuentro muy bien", finaliza su relato.
Su angustiosa estancia en el hospital también le ha hecho ser aún más constancia de la importancia de reforzar la sanidad pública. “El seguimiento lo hacen intensivistas, especialistas en infecciones, psicólogos clínicos, psiquiatras, equipos que se turnan. La UCI es un sitio impecable. El problema fundamental de la sanidad no son los trabajadores, son las infraestructuras y la falta de dinero y de personal. Ahora, los que atienden y se dejan ahí la vida te tratan como si estuvieras en un palacio", alababa la profesionalidad del personal.