A raíz del largo infierno que le tocó vivir por culpa del coronavirus fuimos descubriendo aspectos de la vida personal de Antonio Resines que desconocíamos. Además de Ana Pérez-Lorente, su actual mujer y su mayor apoyo durante su ingreso, otro de los integrantes de su familia al que pudimos poner cara fue a su hijo Ricardo Fernández de Mateo, que también ejerció de portavoz ante la prensa mientras media España estaba pendiente del estado de salud de su padre.
Fue entonces cuando supimos que el único vástago del actor, que nació fruto de su matrimonio con Marisol Mateo, su primera esposa, también se dedica al mundo del cine, en su caso como ayudante de producción. Una vocación en la que, según Antonio, jamás ha influido el apellido Resines.
Así lo ha expresado en una reciente entrevista con Joaquín Sánchez donde ha insistido en que Ricardo siempre "ha sido un currito" y nunca ha accedido a ningún trabajo por su parentesco. "Empezó poniendo cafés y desde abajo y, al final, ha aprendido el oficio. Si no funcionas aquí no te llaman", ha explicado, reivindicado con orgullo que haya logrado prosperar y que actualmente ejerza de segundo de dirección en las muchas producciones en las que participa.
Además de en la serie para Telecinco 'Aquí paz y después gloria', ambos han trabajado juntos en cortometrajes y spots producidos por la empresa de Ricardo, Be Sweet Films, que cuenta con clientes de envergadura como la DGT o el BBVA.
Aunque al principio no fue sencillo para ninguno de los dos ("la primera vez que trabajamos juntos dijo 'acción papá' y yo gritándole le respondí: 'que te he dicho que me llames Antonio"), formar parte del mismo universo profesional les ha unido todavía más. Pero el vínculo personal entre ambos siempre ha sido muy estrecho.
Tal y como le ha contado al capitán del Betis, separarse de la madre de Ricardo nunca les distanció. "Cuando me divorcié él se vino conmigo hasta que ya de mayor se fue. Me quedé con mi hijo desde los 8 años hasta que se fue de casa", ha explicado.
En aquel momento, el volumen de trabajo que manejaba Antonio Resines era desorbitado. Una circunstancia que, según él, no le impidió disfrutar de su hijo: "No soy el mejor ni el peor padre, he estado mucho tiempo fuera. Nos hemos peleado, pero he sido un padre normal".