Cuando Angelina Jolie perdió a su madre, la actriz apenas tenía treinta años. Marcheline Bertrand fallecía en enero de 2007 a los 56 años a causa de un cáncer de ovarios. Su lucha contra esta larga enfermedad dio tiempo a la protagonista de 'Inocencia interrumpida' a prepararse para un adiós que, como ella misma ha confesado en una carta abierta publicada en The New York Times, fue como si le "arrancaran una manta protectora".
En este emotivo artículo, publicado con motivo del Día de la Madre en Estados Unidos, la actriz ha enumerado los muchos motivos por los que amba a su madre. Desde sus orígenes humildes hasta sus ganas constantes por "sentirse viva". "Cuando mi padre tuvo una aventura, eso cambió su vida. Su sueño de tener una vida familiar se rompieron en pedazos. Pero aún así le gustaba ser madre", recuerda.
La casa en la que Angelina se crió parecía no tener hueco para tanto artista. El sueño de Marcheline siempre fue dedicarse a la interpretación, al igual que su exmarido, el también actor y padre de Jolie Jon Voight. "Esos ideales se desvanecieron cuando se encontró a los 26 años criando dos hijos de su expareja, un reconocido actor cuya alargada sombra no cesaba de marcar su vida", reivindica.
Pero con el tiempo, sus sueños fueron evolucionando. Tal y como le llegó a desvelar a Angelina antes de su madre, lo que siempre había querido era ser madre. "Más tarde esperaba que fuera el mío", auguró. "Pienso en lo que han debido de sentir todas esas mujeres que estuvieron antes que nosotras, cuyos sueños han tardado generaciones en realizarse".
Ahora, tras ser madre de seis hijos, Jolie ha descubierto el sentido verdadero de aquella palabras de Marcheline Bertrand. "Conozco el abrumador sentido de gratitud por ser lo suficientemente fuerte para mantenerlos a salvo y abrigados. Cuando tus hijos entran en tu vida, inmediatamente y para siempre son lo primero", reconoce.
Ligado con este sincero testimonio sobre la figura de su madre, la mujer que da vida a ‘Maléfica’ en la gran pantalla ha puesto sobre la mesa el sufrimiento que sufren las familias refugiadas, viviendo en la pobreza y en continuo desplazamiento. “Cada una comenzó su viaje de maternidad con la promesa de hacer todo lo posible para proteger a su hijo. Dar su vida si era necesario. Y si es derrotada y silenciada, pocas cosas son más trágicas”, ha visibilizado.