Hija de la duquesa de Montoro y de Francisco Rivera Ordoñez, Tana ha vivido toda su vida con la presión que aporta ser conocida desde la cuna. La boda de Francisco y Eugenia fue todo un acontecimiento, como también lo fue su separación y las desavenencias que han tenido a lo largo de todos estos años, aunque la cordialidad haya sido la norma.
Ahora Tana Rivera es una joven que toma sus propias decisiones y escoge su camino, y todo apunta a que una vida discreta y alejada de los focos es su elección.
Tras pasar la mayor parte de su vida viviendo en Madrid junto a su madre, Tana ha decidido instalarse en Sevilla. En esta ciudad es donde vive su padre, lo que le permite pasar más tiempo a su lado y también estar más cerca de sus dos hermanos pequeños, nacidos del matrimonio de Francisco y Lourdes Montes, a los que adora.
Esto no ha sido algo sencillo de asumir para su madre, que se mostraba resignada de tener que separarse de su hija y también comprensiva. Tana es una mujer adulta y Eugenia le apoyará en todo lo que decida. “Está claro que echo mucho de menos a Tana, pero respeto sus decisiones y nos veremos siempre que podamos, porque estamos muy unidas”, explicaba Eugenia en La Razón.
Además de permitirle estar cerca de su familia, su traslado a Sevilla también ha estado marcado por una nueva etapa profesional. Tana, licenciada en Administración de Empresas, había estado trabajando para Universal Music, que dirige Narcís Rebollo, pareja de su madre, pero aceptó un trabajo en el área internacional del Grupo Pacífico, encargados, por ejemplo, de organizar la fiesta flamenca por los Grammy Latinos que se celebraron en Sevilla.
No solo la familia y el trabajo le han invitado a cambiar de vida, también el amor parece tener un peso importante en esta decisión. Desde hace un par de años, Tana mantiene una relación con Manuel Vega, un empresario sevillano dueño, entre otros negocios de la discoteca Antique Theatro y de la terraza de verano Rosso-By Antique.
Tana, que ahora tiene 24 años, parece estar viviendo un dulce momento al lado de Manuel, aunque de momento no parece plantearse la posibilidad de pasar por el altar. La joven está disfrutando de su nueva vida en un lugar que para ella siempre ha sido como su hogar, pues al tener allí a su padre, las visitas a Sevilla han sido constantes a lo largo de su vida.
Estar allí le permite entretenerse con algunas de sus grandes pasiones, como son los toros, afición que comparte con Francisco, torero de profesión, pero también de otras festividades que se viven allí de un modo diferente, como la Semana Santa, a la que suele acudir tanto junto a su padre como con su madre Eugenia, o la Feria de Abril. Sevilla se ha convertido en el lugar en el que Tana ha comenzado una nueva vida y parece que tanto la ciudad como su gente le ha ayudado a sentirse en casa.