María Pombo es la más conocida del clan, pero poco a poco ha ido presentando al resto de la familia, que se han ido haciendo un hueco en el corazón de sus seguidores y consiguiendo hacerse un nombre por sí mismos.
Así ha sucedido con sus hermanas, Marta y Lucía, pero también con otros miembros de la familia, como sus padres. Ya sea gracias a las historias que sus hijas han ido contando o al documental que Amazon ha dedicado al clan, tanto Teresa como Víctor han conseguido captar la atención del público.
Teresa Ribó, a quien su marido cariñosamente llama ‘Sito’, despierta gran admiración por su manera de afrontar la Esclerosis Múltiple que le fue diagnosticada hace tiempo y que no deja que condicione su vida más de lo indispensable (enfermedad que también tiene su hija María). Por su parte, ‘Papín’, como le llaman sus hijas, parece haber conquistado gracias a su particular sentido del humor.
Sin tapujos, así da sus opiniones 'Vituco', cuando son sus hijas las que le preguntan, algo que parece ser desternillante para ellas, sobre todo cuando su opinión es contraria a lo que ellas pretenden hacer, por lo menos en cuestiones estéticas. De vez en cuando alguna de ellas comparte lo expuesto por el patriarca de la familia, ya sea porque un color de uñas es muy llamativo o no le convence la elección de sus hijas.
La enfermedad de Teresa es personal, es ella quien la sufre y padece cada día, pero también ha afectado a toda la familia. De hecho, hasta 2011, momento en el que fue diagnosticada, Víctor se dedicaba al mundo de la publicidad junto a su mujer. La familia decidió dejar el marketing, donde consiguieron grandes éxitos, como el logrado por una campaña relacionada precisamente con esta enfermedad, para probar suerte en el mundo de la hostelería.
La pareja abría un restaurante en Madrid, Camino Foods & Drinks, que pronto se convirtió en uno de los locales de moda. Un negocio en el que está muy centrado, pues el empresario siempre ha destacado por su gran implicación en todo lo que hace.
Víctor se ha convertido en todo un abanderado en la lucha contra la esclerosis múltiple, la enfermedad genética que le fue diagnosticada a su mujer tras unas pruebas médicas. María, que también la padece, vivió su diagnóstico con bastante temor, porque justo en ese momento se encontraba embarazada, pero con la seguridad de que, aunque no tiene cura, sí que tiene tratamiento, y la figura de su madre es para ella el mejor ejemplo de cómo se puede vivir con esta enfermedad.
Víctor, al contrario que Teresa que prefiere mantenerse en un segundo plano, no duda en dar un paso al frente cuando así lo ha visto necesario, ya sea para apoyar a su hija en sus experiencias televisivas, como para explicarle a sus yernos cómo tienen que poner la mesa y por qué lo están haciendo mal.