El paso de España por la Eurocopa 2024 está siendo histórico. No es una exageración: venciendo en los primeros seis partidos que ha jugado, la Roja ha conseguido batir un récord no visto hasta ahora durante el torneo continental. Y hay posibilidad de rematar la faena hoy frente a Inglaterra. La trayectoria de la selección está permitiendo, además, que el público se familiarice y descubra a nuevos integrantes del equipo. El ejemplo más paradigmático es el de Lamine Yamal, que se ha convertido en una de las estrellas de la competición. El torneo, durante el que ha aprobado la ESO, le ha pillado en plena adolescencia: así ha hablado de cómo le afecta la fama que ha ganado recientemente.
Llevaba años haciendo grandes cosas en La Masía, la estructura que engloba las categorías infantiles y la formación en el Fútbol Club Barcelona. Y el salto a las juveniles no hizo sino catapultar su trayectoria deportiva. En septiembre del año 2022, con catorce años, comenzó a entrenar con los jugadores del primer equipo. Y en abril del año siguiente debutó como jugador del Barça, siendo el más joven en estrenarse con el equipo: meses después marcaría su primer gol oficial con el club.
La racha de récords se ha mantenido también, tras haber sido internacional juvenil, con sus participaciones con la selección española, jugando su primer partido con la absoluta el pasado septiembre durante la fase de clasificación para el presente campeonato europeo. Los partidos disputados en las últimas semanas no han hecho sino cimentar su lugar en el equipo, convirtiéndole en un verdadero fenómeno deportivo. En las semifinales contra Francia logró marcar su primer gol con la camiseta del combinado nacional, celebrándolo con su familia en el estadio.
Porque no hay que olvidar que Yamal es, ante todo, un adolescente, que ayer sábado cumplió diecisiete años, apenas un día después del aniversario de su íntimo amigo y compañero de equipo Nico Williams. Las entrevistas que ha concedido y lo que hemos podido ver de él en redes sociales dan fe de que, pese a su condición de firme promesa del fútbol patrio, Lamine es todavía un chaval. Y lleva una vida en consecuencia.
Más allá del paréntesis por la Eurocopa, el delantero reside desde hace un tiempo en el mencionado centro de formación del Barcelona. Pero en su día a día están muy presentes los suyos y sus orígenes. Lamine, que reivindica con orgullo su barrio de Rocafonda en Mataró, está muy unido a su familia. Su padre, Mounir, es marroquí y su madre, Sheila, ecuatoguineana; se divorciaron hace un tiempo. El futbolista no es hijo único: tiene una hermana, Baraa, y un hermano, Keyne, más pequeños que él. Su abuela paterna, Fátima viajó de Tánger a España buscando una vida mejor.
Con su familia más cercana, tíos y primos, hace vida generalmente Yamal, un gran aficionado también a la música, las series, los videojuegos o el futbolín, aficiones todas ellas con las que consigue desconectar. En una reciente entrevista concedida a Juanma Castaño para El Partidazo, de la Cadena COPE, preguntado sobre cómo se tomaban sus amistades que se haya convertido en un jugador de primer nivel, el joven se sinceraba con la espontaneidad que la caracteriza: "Es que yo solo tengo un amigo, un amigo muy amigo mío con el que voy siempre, y mi primo, que es como mi amigo, y están más o menos acostumbrados. Siempre intento que hablemos de otra cosa", reconocía.
En la citada charla, además, aclaraba si echa cosas de menos del anonimato. Lamine admitía que esto le agobia un poco. "Sí, siempre le digo a mi madre que al final ir a tomar algo a una terraza, sin que nadie te diga algo, es lo que más echo de menos. O ir a comprar, o ir a llevar a mi hermano al cole, que ya no puedo hacerlo", se sinceraba, "¿Y cómo vas a hacer, porque esto será así siempre?", le planteaba Castaño. "Pues nada, en invierno voy con capucha y en verano me aguanto", contestaba él entre risas.