En 1996, Rosario Flores se convertía en madre por primera vez y lo hacía junto con quien en aquel entonces era su pareja, Carlos Orellana. Llegaba al mundo Lola y la vida de todos cambiaba por completo, un rayo de luz que iluminaba la vida de Rosario, quien no estaba pasando por un buen momento tras la muerte de su madre y su hermano, ambos fallecidos en 1995.
Un año después del nacimiento de su hija, la pareja decidía tomar caminos separados y cada uno continuaba por su lado. Más adelante Rosario conocería a Pedro Lazaga, con quien comenzó una discreta relación y con él, años después de comenzar su relación, se convirtió en madre por segunda vez. La pareja se casó en una discreta boda organizada en Barbate en 2006.
La relación de Rosario Flores y el bailarín de origen argentino Carlos Orellana llenó muchos titulares de las revistas del corazón en su momento, el final de su romance también fue muy sonado. Una fama momentánea que el vínculo con la familia Flores le proporcionó y que durante un tiempo quiso aprovechar, de hecho, Orellana no dudó en acudir a algunos programas de televisión para revelar algunos aspectos de su relación.
También probó suerte en el mundo de la actuación y como modelo y fue uno de los concursantes de la primera edición de Gran Hermano VIP. Una vez que salió del concurso, algo que no tardó en suceder, optó por dar un paso a un lado y alejarse de los focos, optando por llevar una vida más tranquila y centrada en su profesión.
Se mudó a Vitoria y comenzó una nueva vida como profesor de biodanza, una disciplina que parece haberle cambiado la vida. “La biodanza me ha hecho centrarme mucho. Ha habido momentos duros, difíciles y dolorosos, con sombras, pero la vida continúa y sale el sol de nuevo, todo fluye”, desvelaba en el año 2014 en una entrevista para El Mundo.
También aprovechaba para explicar un poco mejor en qué consiste esta técnica de baile, que cuenta con una parte espiritual tan relevante como la física. “Buscamos la integración del ser humano con el entorno y con sus semejantes a través de esos movimientos innatos que nos conectan con la vida. La biodanza está basada en la observación de cuando éramos niños. Rescata esos espacios creativos, desbloquea cuerpo y mente”.
En este mismo medio también hablaba de su relación con Rosario, con quien siempre estará unido gracias a la hija que tienen en común. “Nos queremos mucho, tenemos una comunicación afectiva y profunda, una relación para siempre a través de nuestra hija. Siento admiración por cómo ella le canta a la vida. Su parte artística es maravillosa”.
En lo sentimental, la biodanza también le ha ayudado porque gracias a esta disciplina volvió a encontrar el amor. Junto a su pareja tiene dos hijos más.