Cuando Sabina cantaba “Carmelona, compinche de mis trucos malabares […] Rocío de mi barba cenicienta, dulcinea del oso y del madroño”, lo estaba haciendo a las dos mujeres de su vida: Carmela y Rocío. Ellas han sido quienes han hecho que el cantante mantuviera los pies en la tierra, incluso en esa época más oscura, donde se encontraba perdido y solo. Han sido muchas las mujeres que han pasado por la vida de Joaquín Sabina, sobre todo conociendo su faceta más desinhibida y alocada, que hizo que sus fans se derritieran en cada frase que componía.
Lo cierto es que las musas siempre han estado de su parte y él ha reconocido que se ha enamorado hasta en cinco ocasiones. Una de ellas fue de la madre de sus dos hijas, Isabel Oliart: “Nunca habría podido escoger una madre mejor”, ha expresado el cantante en más de una ocasión. Ahora, su corazón está ocupado por Jimena Coronado, con quien se casó este mismo año. A su lado estaban sus hijas Carmela y Rocío, como siempre. Pero, ¿a qué se dedican las dos hijas de Joaquín Sabina?
El artista siempre ha reconocido que en su vida ha vivido rodeado de excesos y entre musas de carne y hueso. Lo cierto es que sus canciones son el fiel reflejo de aquello que estaba viviendo y de cómo lo estaba haciendo; letras que llegan al alma e intentan trasladarte a un momento determinado de la vida utópica del artista.
La primera mujer que llegó a su corazón fue Virtudes Antero, catedrática de literatura y que se convirtió en toda una relación frustrada. La historia de amor se desarrolló en su pueblo y cuando ella se marchó a miles de kilómetros, el amor se terminó.
Uno de sus amores “incendiarios” fue Sonia, a quien conoció en Londres, de la que acabó enamorándose en una noche de pasión. Eso sí, la relación no fue de lo más idílica y, según confesó el artista, era una especie de amor-odio. Luego, llegaría una de las mujeres más importantes de su vida, Isabel Oliart, hija del político Alberto Oliart, exministro del gobierno de UCD.
De su relación con Isabel Oliart nació primero Carmela, que tiene 30 años, trabaja en la productora Estela Films y es académica en la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas. Por su parte, Rocío siempre se ha querido mantener en un segundo plano y se trata de la más discreta de las dos, solo ha aparecido en contadas ocasiones, en público, junto a su padre. Se sabe que escribe poesía, practica yoga y que le gusta mucho la comida japonesa. Sí que es cierto que, al principio, la relación entre Sabina y sus dos hijas fue complicada, debido al tipo de vida que llevaba el artista, que tampoco le permitía pasar mucho tiempo con ellas.
Tanto Rocío como Carmela han huido del apellido Sabina y han decidido mantener el primer apellido del cantante, Martínez, y el primero de su madre, Oliart. En una entrevista, Sabina confesó que les había propuesto si querían cambiarse el apellido, pero sus dos hijas le dijeron que “ni hablar”.
Sí que es cierto que es más normal ver al cantante acompañado de su hija mayor, Carmela. La última vez que aparecieron juntos fue en Festival de Cine de San Sebastián en 2019. Allí se presentó la película de José Luis Cuerda, Tiempo después, donde la joven trabajó como directora de producción y Sabina compuso la canción original del largometraje.
Eso sí, la primera vez que pudimos ver a padre y a hija juntos fue en el año 2014 cuando Carmela debutó como directora de producción con el corto Epitafios. En ese momento, el cantante confesó que pensaba que era un buen padre. “Eso tendrías que preguntárselo a mis dos hijas. Pero yo pienso que sí lo soy”, explicó a los medios allí presentes. Y es que sus hijas siempre han estado muy presentes en su vida. Sabina compuso Ay, Carmela y Ay, Rocío, para que ninguna de las dos sintiera celos de la otra. Además, sus nombres han aparecido en otros temas como en A mis cuarenta y diez.
En más de una ocasión ya han comentado que, si se tuvieran que quedar con una canción de su padre, lo harían con La canción más hermosa del mundo, según Rocío. Aunque para Carmela, Y sin embargo tiene algo especial.
A Sabina se le ilumina la cara, y los ojos, cada vez que le preguntan por sus hijas. “La verdad es que he tenido suerte, están estupendas, son las dos muy diferentes, van a la Universidad, hacen teatro, leen, se divierten. No van diciendo por ahí que son mis hijas, ni mucho menos. Sus amigos íntimos lo saben, pero el resto de la gente no”, contó en la misma entrevista.
Además de con su padre, Carmela y Rocío también mantienen una estupenda relación con su madre, Isabel Oliart. Lo cierto es que el fin de la relación de sus padres no fue del todo fácil. Mientras estaba con Isabel, Sabina vivió un apasionante idilio con Cristina Zubillaga, una bella modelo mallorquina, con quien empezó a salir en 1992. Ambos vivieron un amor alocado y devastador que no tardó mucho en terminar.