Britney Spears no ha tenido una vida fácil. La cantante se hizo conocida cuando todavía era una niña y, desde ese momento, su vida estuvo enfocada en participar en distintos programas de televisión, en grabar discos y estar siempre sometida a un estrés que no era propio para su edad. Así, la joven creció en un ambiente complicado, controlado por su padre, Jamie Spears. Además, la artista fue noticia debido a los distintos escándalos que protagonizó, donde sus adicciones eran una realidad.
Es por eso que perdió la custodia de sus hijos y, además, fue también su padre quien asumió la tutela legal de la cantante. Esta situación ha estado causando gran revuelo, ya que parece que, ahora, cuando Britney se encuentra mejor, no está contenta con esa decisión. La cantante ha logrado que, aunque su padre siga siendo su tutor legal, este no podrá decidir sobre sus finanzas. Así, sus abogados están intentando retirarle todos los poderes a su progenitor, que controla la vida de la cantante desde el año 2008.
Además, con la publicación de su documental Framing Britney Spears, que repasa su ascenso y su caída en el mundo de la fama, se insinúa que la figura de su padre siempre ha sido abusiva y tóxica. Es por eso que la propia artista y sus seguidores cuestionan ese control tan férreo por parte de Jamie Spears. Lo cierto es que su padre se convirtió en su tutor legal cuando Britney ingresó en varios centros psiquiátricos y perdió la custodia de sus hijos. Tiempo más tarde, ya rehabilitada, Britney sacó un disco, pero la tutela no fue revocada.
Así, durante más de doce años, Jamie ha estado controlando todos los movimientos, los trabajos, los viajes y, sobre todo, la fortuna de su hija mayor. Durante todo este tiempo, Britney ha pedido recuperar el dominio de su patrimonio y, también, sobre las decisiones de su carrera.
Pero Britney no ha sido la única que ha tenido que batallar contra su padre. Este también fue el caso de Michael Jackson. El cantante se hizo conocido gracias a su grupo ‘Jackson Five’, junto a sus cuatro hermanos. Tiempo después, ellos mismos confesaron el carácter violento de su padre, quien solía sentarse a ver cómo ensayaban sus hijos con un cinturón en la mano.
Además, Michael reveló que le tenía tanto miedo que vomitaba cada vez que le veía. Tras la muerte del ‘rey del pop’, su padre intentó hacerse con parte de la fortuna -que no era poca-, aunque él no estuviera en el testamento. Además, denunció al médico personal de Michael por negligencia, con el objetivo de llevarse una indemnización por la pérdida de sustento económico, pérdida de compañía y daños emocionales. Eso sí, la demanda no siguió adelante y el hombre murió en junio de 2018.
Tampoco Amy Winehouse tuvo una vida fácil. La joven sufría depresión, trastornos alimenticios y distintas adicciones que terminaron acabando con su vida. Su padre, Mitch, era consciente de los problemas de su hija y, parece ser, que hizo poco para ponerles remedio. Fue en el año 2010 cuando el hombre comenzó a preocuparse por su hija, al ver el éxito que había alcanzado. Además, decidió sacar a Amy de la clínica donde se estaba rehabilitando porque, según su propia percepción, “ya estaba bien”. Eso sí, todo esto quedó grabado, ya que Mitch estaba rodando un documental sobre la vida de su hija.
Macaulay Culkin se convirtió en el niño mejor pagado de todo Hollywood y poco tiempo después, cuanod sus padres se separaron, decidieron repartirse la fortuna de su hijo entre los dos. Ambos hicieron que el pequeño participara en una infinidad de películas y, en la mayoría de ellas, contra su voluntad. A los 15 años, Macaulay decidió retirarse del mundo de la interpretación, ya que la situación no podía sostenerse más y no podía seguir resistiendo la presión de su padre, que también era su manager.
Quien también fue una estrella infantil fue Lindsay Lohan. Fue en 1998 cuando la joven se hizo famosa y se convirtió en una de las actrices más demandadas de Hollywood. Su madre se convirtió en su manager y, también, en su compañera de diversión e, incluso, se las llegó a ver ebrias. Por eso, su padre decidió pedir la custodia de la pequeña Lohan, aunque se volvió a repetir con él la misma historia. Él acabó vendiendo las conversaciones privadas con su hija y ella contrató a unos paparazis para que la acompañaran a visitar a Lindsay en el centro de rehabilitación en el que se encontraba.