El descanso es uno de los pilares que sustentan un estilo de vida sano. Junto a una correcta alimentación y la práctica de ejercicio físico es uno de esos hábitos imprescindibles para lograr un estado de bienestar físico pero también mental. Aunque en muchas ocasiones y debido a los ritmos vitales actualmente, es la pata que más descuidamos del conjunto. Las horas de sueño, del que nos debe preocupar la cantidad pero también la calidad, repercute de forma directa en otros muchos aspectos. Dormir mal tiene consecuencias: una de ellas afecta a nuestra forma física. Se suele decir que la falta de descanso está asociada con el aumento de peso. Y ese mantra ha venido a confirmarlo Boticaria García, divulgadora científica y experta en nutrición. ¿Cuál es el motivo que hay detrás? ¿Por qué dormir poco engorda?
Marián García estaba harta de escuchar bulos en la farmacia de Cuenca en la que trabajaba. No eran pocos los clientes que comentaban supuestas informaciones que habían leído en Internet sobre temas de salud o alimentación, en las que realmente había poca base científica. Decidió tomar cartas en el asunto y abrirse un blog. Con el tiempo, su éxito hizo que esta doctora en Farmacia y graduada en nutrición diese el salto a las redes, en las que triunfa como Boticaria García luchando contra los mitos y los mantras sobre esta materia. Uno de los más extendidas es la que asocia la falta de descanso con un aumento de peso.
Lo cierto es que esta asociación es totalmente verídica. "La falta de sueño alimenta nuestras chichas", resume García en el vídeo anterior, en el que trata en profundidad sobre esta cuestión, indagando en los motivos. Son varios los mecanismos que, de forma directa o indirecta, provocan que la falta de descanso derive en una subida de peso, como explica la autora de 'Tu cerebro tiene hambre'.
Una de las causas principales es que dormir mal o en poca cantidad altera nuestras hormonas. Especialmente algunas como la leptina, implicada en la sensación de saciedad. Así, podemos sentirnos menos saciados y tener más hambre. Por otra parte, la falta de sueño puede modificar nuestro metabolismo, lo que tiene una importante consecuencia: tener un menor gasto energético en reposo, lo que redundaría en que se acumule más grasa. Dormir mal genera también estrés: la principal hormona que esto libera es el cortisol, que aumenta la glucosa en sangre. Por eso puede apetecernos más comer azúcar, y alterarnos las sensaciones de apetito y saciedad.
A todo ello se suma, además, otra causa muy evidente, aunque relacionada de forma indirecta, como señala Boticaria. "Cuando tenemos sueño y andamos arrastrados por la vida, lo último que nos apetece es ponernos a hacer ejercicio y cuidar nuestros hábitos", admite. Por suerte, la solución es, en principio, sencilla: "Siete-nueve horitas, es lo que dice la ciencia. Se puede", comenta la experta.
La alimentación es una de esas cuestiones que más interés despierta y, muy en especial, todo lo referente a pérdidas y aumentos de peso. Precisamente por esto, la cantidad de información en torno a ella, lista para saciar la curiosidad del público, es ingente. También la de desinformación. Y contra ella intenta luchar García: en relación a ello, ha ofrecido luz también sobre otro mito popular, el que asocia una determinada edad, como pueden ser los cincuenta años, con las complicaciones de cara a perder peso. Como puedes ver en el siguiente vídeo, son varios los cambios que vivimos al hacernos mayores y que pueden repercutir en ello.