Pasamos entre ocho y diez horas al día en el trabajo, lo que supone una media de cuarenta horas semanales en el mejor de los casos, eso sin hablar de los que se llevan parte de la tarea a casa. En el caso del teletrabajo la situación suele acentuarse, pues en momentos en los que la carga es mayor, resulta difícil poner el límite entre ‘casa’ y ‘oficina’, con jornadas eternas que pueden desembocar en problemas más allá de la conciliación.
Muchos son los refranes y proverbios que dicen que, cuando uno ama lo que hace, no se considera un trabajo. Y aunque no les falta razón, lo cierto es que solo unos pocos tienen ese privilegio. Es más, según datos de Eurostat citados por el Gobierno de España, el estrés es el segundo problema de salud más frecuente entre los trabajadores y múltiples estudios como por ejemplo el realizado por la revista científica Ocronos, explican que los niveles elevados de trabajo pueden aumentar las probabilidades de desarrollar una enfermedad cardíaca, pudiendo duplicarlas.
Ante esta situación, en Divinity hemos querido conocer la opinión de un experto sobre un tema que afecta a un elevado porcentaje de la población. “Primero de todo, es importante que sepamos a qué nos referimos cuando hablamos del estrés. Se trata de una reacción de nuestro organismo cuando se enfrenta a una situación para la que cree que no tiene suficientes recursos. Es decir, cuando tenemos que gestionar algo para lo que no nos sentimos capacitados”, comienza diciendo la psicóloga Andrea González.
Explica que el cuerpo percibe esa amenaza y se pone en alerta, como si tuviera que huir o luchar. “El corazón bombea más sangre para que llegue a las extremidades y corramos (de ahí las taquicardias), se nos corta la digestión porque deja de ser prioritaria en una situación de huida (esos dolores de estómago que nos entran cuando estamos estresados) y un sinfín de síntomas que nos generan muchísimo malestar. Porque, aunque el cuerpo se esté preparando para el peor de los escenarios a nivel biológico, la realidad es que quizás el ‘único’ peligro es una llamada de tu jefe o una reunión de trabajo que temes”.
Puntualiza que en el caso del estrés laboral, lo más común es que esas fuentes de estrés vengan de factores como la sobrecarga de trabajo, la falta de recursos para poder desempeñar tus tareas adecuadamente, el mal clima laboral, las fricciones con los superiores, la sensación de no sentirse valorado en su puesto de trabajo o creer que la remuneración es inadecuada. “Todos estos son factores que van generando más y más estrés en el trabajador, sobre todo si se juntan varios en un mismo individuo”.
Lo primero que aconseja la psicóloga es valorar si ese estrés laboral se está cronificando y estamos hablando ya del denominado ‘burnout’. “El ‘burnout’ es el síndrome que se produce cuando el estrés laboral es sostenido y mantenido a lo largo del tiempo, y se caracteriza por la sensación de despersonalización (mostrar frialdad y distancia en las relaciones laborales, entre iguales o hacia los clientes, pacientes, etc), el agotamiento emocional y la sensación de falta de logro; o dicho de otra forma, sentirse poco realizado. Estos casos son de una gravedad mayor y suelen implicar que el paciente se plantee cambiar de puesto de trabajo por una cuestión de salud mental”, cuenta.
Pero, como decíamos, el 'burnout' es el caso más extremo. Apostilla que, en general, ante cualquier situación de este tipo, lo primero que tenemos que hacer es valorar cuáles son esos estresores que nos están generando malestar y su nivel de gravedad. “Es decir, si estoy estresada en mi puesto de trabajo porque los compañeros me hacen mobbing o porque se están ejerciendo prácticas ilegales contra mi (horas extras no remuneradas, etc.) lo aconsejable es que tome medidas al respecto… es decir, a veces nos sobrecargamos de responsabilidad creyendo que tenemos que gestionar cómo nos sentimos respecto a algo, pero en realidad la situación que estamos viviendo y nos está generando ese estrés, no debería permitirse. Es importante tener esto claro y denunciar cualquier irregularidad laboral que ponga en peligro nuestra estabilidad mental”.
Pero si los estresores no tienen nada que ver con esto y son fruto de las características propias de nuestro trabajo, algunos consejos para sobrellevar el estrés laboral que recomienda Andrea serían los siguientes:
-Hacer ejercicio. Los psicólogos siempre insisten en que el ejercicio físico se encuentra en la base del bienestar emocional. “Hacer deporte libera endorfinas que nos hace sentir mejor y nos ayuda a desconectar del bucle de pensamientos que suele generarnos el estrés”.
-Alimentarse bien. “De nuevo, suena a tópico, pero es cierto. El estrés tiene un impacto directo sobre nuestro sistema digestivo, por eso es importante evitar ciertos alimentos que pueden empeorar este estado (azúcares refinados, ultraprocesados, excitantes como el café) e incluir en nuestra dieta más alimentos que sean aliados para nuestro sistema en una situación como ésta (grasas saludables, antiinflamatorios, frutas y verduras)”.
-Descansar adecuadamente. Un descanso inadecuado solo nos hará estar más cansados, más irritables, más sensibles y con la sensación de ser menos capaces de desempeñar nuestro trabajo de manera adecuada.
-Hacer respiraciones. La experta explica que, cuando estamos en situaciones estresantes, nuestro organismo se pone en alerta. “Una buena manera de regularlo y llevarlo de nuevo a la calma es a través de las respiraciones diafragmáticas. Es tan sencillo como inhalar el aire por la nariz y sentir cómo el diafragma se expande, para posteriormente dejar que todo el aire salga por la boca. Si hacemos esto entre 5 y 10 veces seguidas, cuando nos sintamos estresados, conseguiremos calmarnos”.
-Poner límites. La sobrecarga de trabajo es uno de los factores que más estrés laboral generan. A veces es difícil librarse de ella (sobre todo cuando viene impuesta por nuestros superiores), pero en la medida de lo posible tenemos que ser capaces de decir ‘hasta aquí”’. No vivir pendientes del móvil o del email cuando estamos de vacaciones, saber cortar a una hora prudente nuestra jornada diaria o intentar no hablar en exceso del trabajo con nuestra familia y amigos para no acabar obsesionados, son algunas de las medidas que podemos tomar hacer para establecer límites a nuestra vida laboral.
-Rebajar los niveles de autoexigencia. “Muchas veces el estrés laboral aparece en personas con una altísima autoexigencia, es decir, aquellos que se presionan a sí mismos hasta llevarse al límite. Intenta trabajar (tú mismo o con ayuda de tu terapeuta) este punto. Aprende a ser más compasivo contigo mismo y entiende que está bien esforzarse, pero teniendo en cuenta que eres un ser humano que puede y va a cometer errores, que no puede rendir siempre con la misma eficacia y que en ocasiones, tiene que delegar en otros”, concluye.
Otro punto sobre el que charlamos con Andrea es la procrastinación y demás acciones que llevamos a cabo sin darnos cuenta, que terminan por perjudicarnos. En este caso, considera que también suele darse mucho eso de pensar continuamente que seguro que en otro puesto de trabajo, en otra empresa, estaríamos mejor.
“Los seres humanos tendemos a pensar que el césped siempre es más verde en el jardín del vecino, pero tenemos que entender que no siempre es así. Está muy bien tener inquietudes laborales y plantearse cambiar de puesto si eso va a significar una mejora a cualquier nivel, pero cuidado con creer que existe el trabajo ideal en el que no tendríamos ningún problema, porque esas expectativas son poco realistas y pueden hacernos sentir mucha frustración”.
También hace hincapié en que compararse constantemente con el resto tampoco es beneficioso, pero lo que considera especialmente perjudicial es tener un enfoque pesimista de la situación. “Cuanto más pienses de manera negativa, más cosas negativas aparecerán. Esto no va de aguantar situaciones que no deberíamos aguantar en nuestro puesto de trabajo a base de poner una sonrisa y ya está, aunque por dentro lo estemos pasando realmente mal. Me refiero a que en la vida siempre vamos a toparnos con cosas que no nos gusten, pero debemos tener cuidado con generalizar y acabar viéndolo todo desde el prisma de la negatividad. Porque la negatividad es como las estrellas: cuanto más te fijas y más buscas, más encuentras”, relata.
Una de las opciones que cada vez más se estudia a la hora de tratar el estrés laboral es practicar el mindfulness. Sin embargo, suele haber mucha literatura científica publicada al respecto. La terapeuta indica que practicarlo nos ayuda a regularnos emocionalmente y a aprender a estar en el momento presente.
“Lo primero puede sernos beneficioso en lo que a estrés laboral se refiere porque cualquier situación estresante consigue desestabilizarnos así que es muy buena idea recurrir a herramientas como el mindfulness, que nos ayuden a volver a nuestro ‘centro’. Y respecto a aprender a estar en el momento presente, gran parte del problema del estrés viene derivado de cómo nos hace en muchas ocasiones vivir constantemente pensando en el futuro. En un futuro catastrófico, además” expone y añade que con prácticas diarias de unos diez minutos, en unas semanas podemos empezar a notar la mejoría.
Por último, invita a plasmar por escrito aquello que nos estresa. “Escribir nos ayuda a descargar, es como quitarse la ‘mochila’ que llevamos a cuestas. Conseguimos desahogarnos, es como si lo que se queda por escrito, de alguna manera, deja de molestarnos tanto. Prueba a iniciar un diario, o unas simples notas en las que escribas cómo te sientes cuando el estrés sea muy incómodo de manejar”, concluye.