Casarse con una misma, una tendencia al alza en España: el testimonio de Teresa Estay, sológama

¿Y si en vez de buscar la media naranja —como la cultura popular ha insistido tanto y durante tanto tiempo— hubiese antes que buscarse a una misma? Esa es la esencia de una tendencia emergente, que se ha convertido en viral en redes sociales este verano en España a raíz de una ceremonia en Gijón: las tres mujeres que participaban se casaron consigo mismas. Es lo que se conoce como sologamia.  

¿Se trata de hacer una fiesta? ¿Una excusa para celebrarse y celebrar con las personas más cercanas? “Va mucho más allá”, explica al otro lado del teléfono Teresa Estay, terapeuta holística y maestra de ceremonias en el automatrimonio celebrado en Gijón. Además de maestra de ceremonias en estos matrimonios en los que las personas protagonistas se casan consigo mismas, Estay practica también la sologamia. Ella se había comprometido consigo misma tiempo atrás. Cuenta que venía de una relación de pareja, en la que había mucha dependencia, y que cuando volvió a empezar su vida soltera decidió hacerlo con, ante todo, amor propio. “No tienes que ser una media naranja”, me dice, “sino una naranja completa”. Al fin y al cabo, una va a estar con una misma “el resto de mi vida”. Su ceremonia fue mucho más pequeña, pero una de sus amigas se acordó de ella este verano y, desde la asociación cultural en la que participan, decidieron organizar una celebración para quienes quisiesen casarse consigo mismas. Lanzaron la propuesta y recibieron interés.  

Qué es la sologamia  

Por supuesto, y dado que no están recogidas en ninguna ley, estas ceremonias no tienen validez legal y a ojos del Estado las personas que participan no cambian su estado civil. Pero para quienes lo hacen sí se produce un cambio, porque al menos eso es lo que, según sus defensores, es la sologamia. Es un ritual simbólico de autocompromiso, de ponerse de nuevo en el centro de la propia vida.  

Eso es lo que lleva a que algunas voces acusen a quienes se casan consigo mismos de egoísmo, una acusación que Estay refuta. La experta señala que en absoluto, que es más bien todo lo contrario. Es hacer un voto para lograr “ser la mejor versión de ti misma”. El trabajo para querer a los demás empieza en casa, queriéndose a una misma. Como recuerda la terapeuta el amor es algo variado y completo, en el que hay muchos tipos de amor. “Es algo mucho más profundo”, que simplemente buscar una pareja.  

Y nadie dice que estén cerradas a las relaciones, puesto que no es necesariamente incompatible.  

La sologamia es hacer un voto para lograr “ser la mejor versión de ti misma”

Yago López, vocal de la Sección de Psicología da Intervención Social del Colegio Oficial de Psicología de Galicia, nos habla de este tema en Divinity. ¿Es una vía para autovalorizarse? ¿Cómo se ve desde su terreno esta tendencia? López apunta que conoce el término por el eco que está teniendo en los medios de comunicación, aunque señala que abordarla desde el punto de vista de la psicología —y de la evidencia científica— faltan datos. “Hace falta más estudios. Podemos hablar de teorías, pero no de hechos”, indica. En esas lecturas, se pueden encontrar visiones positivas como negativas de lo que supone la sologamia y qué lleva a esta práctica.  

¿Puede estar conectado con el individualismo creciente en la sociedad? “Considero que sí” ¿Podría ser una confirmación de que hemos roto con lo que socialmente se esperaba de las relaciones de pareja adultas? “Una hipótesis más”. López apunta que el fenómeno podría explicarse como síntoma de una autovaloración positiva, como un mecanismo de defensa frente a las frustraciones sociales (es, al final, una respuesta perfecta para cuando te preguntan cuándo te casas), como un vehículo para triunfar en redes sociales, como una reacción a las obligaciones sociales o como un cambio social. “Es un fenómeno en auge que puede estar ocasionado por una mezcla de factores psicológicos y causas sociales”, sintetiza.  

Nos casamos menos que hace 50 años

De hecho, la sologamia no es el único fenómeno que podría cambiar —o lo está ya haciendo— las relaciones personales y sociales. Las estadísticas hablan de un aumento de la soltería y de un retroceso de la tasa de nupcialidad (aunque que no te cases no quiere decir necesariamente que no vivas con tu pareja). Según datos recientes del Observatorio Demográfico CEU, la población española se casa ahora la mitad de lo que lo hacía hace 50 años. La mitad de quienes ahora son jóvenes no se casarán nunca, algo muy poco probable en la biografía de quienes ahora tienen unos 80 años.  

Un análisis de expertos de la Universidad Oberta de Cataluña ya hablaba hace unos años de una tendencia al alza: la de las mujeres que optaban por la soltería, aunque todavía seguían recibiendo cierto rechazo social. En esa línea iba también 'Solterona', de Kate Bolick, publicado por esas mismas fechas —primero en Estados Unidos y luego en traducción en España— y que reivindicaba reapropiarse del término olvidando su toque negativo.  

De hecho, antes del boom de la palabra sologamia tuvo un momento de éxito el término 'self-partnered', que se podría traducir como en pareja con una misma. En 2019, la actriz Emma Watson definió así su estado sentimental en una entrevista, que se hizo viral y que fue acogida en los medios como una suerte de símbolo de los tiempos. Watson no hablaba de sologamia exactamente ni tampoco protagonizó ninguna ceremonia especial, pero sus palabras encajaban con esa creciente apertura a vivir soltera si querías y feliz con ello.  

Una tendencia al alza en todo el mundo  

La sologamia o los automatrimonios es una tendencia global. Los ejemplos de mujeres que han organizado ceremonias para casarse con ellas mismas llegan desde Estados Unidos, India o Reino Unido. Son, eso sí, los de aquellas personas que deciden hacerlo público: las cuentas de cuántas lo harán en privado o solo con su círculo más privado nos son desconocidas.  

Desde la industria de las bodas, confirman que conocen la tendencia y están al tanto de que es algo al alza, aunque por ahora no tiene impacto directo en sus operaciones (esto es, todavía no se ofrecen por ejemplo paquetes de servicios para autobodas). Y en la cultura popular las autobodas ya existen: siempre se recuerda el capítulo de 'Sexo en Nueva York' en el que Carrie manda invitaciones para su enlace consigo misma (aunque aquí era más bien para dar una lección a una conocida) y, ahora también, la película 'La boda de Rosa', de Icíar Bollaín.  

Con todo, eso no quiere decir que todo el mundo entienda del todo estas ceremonias. ¿Siguen existiendo prejuicios ante la idea? “Existen prejuicios en todo lo que uno haga”, señala Estay. De hecho, apunta que hay gente que querría hacerlo y no se atreve por si se malinterpreta. Fue un poco lo que vivieron este verano, cuando sus ceremonias de sologamia se convirtieron en una de esas noticias ubicuas del verano. “No se habló de estar cerrada al amor”, ejemplifica, aunque no pocas personas se quedaron con esa idea.