Cómo afrontar un aborto o no poder quedarte embarazada, aunque quieras: consejos de una psicóloga

La maternidad es un tema profundamente personal y, para muchas mujeres, uno de los aspectos más importantes de su vida. Sin embargo, no todas las historias se desarrollan como imaginamos. Enfrentar un aborto espontáneo, una interrupción del embarazo o la incapacidad de concebir puede llevarnos a una montaña rusa de emociones que, aunque no siempre hablemos de ellas, son válidas y merecen ser escuchadas.

No estás sola. Es natural experimentar una variedad de emociones tras un aborto o al enfrentarte a la dificultad de quedar embarazada, como le está ocurriendo a Marta Peñate y otras famosas que han hablado de ello abiertamente. Puedes sentir dolor, tristeza, enojo, culpa, frustración e, incluso, vergüenza. Aceptar y procesar estos sentimientos es el primer paso hacia la sanación. El duelo es personal y único para cada mujer, por lo que no existe una forma "correcta" de enfrentarlo. Para entender este proceso y las sensaciones que se desencadenan desde un punto de vista psicológico hemos hablado con la psicóloga Andrea González, quien, en primer lugar y antes de tirar la toalla, invita a que nos realicemos pruebas para descartar que haya algún tipo de problema físico que esté impidiendo lograr este embarazo.

Comenta que, a partir de ahí, tanto si hay que seguir algún tratamiento médico como si simplemente es cuestión de seguir intentándolo de forma natural, es importante tener en cuenta los siguientes puntos que detalla a continuación:

. Valida las emociones que sientas. “Por ejemplo, puede que en tu entorno haya mujeres quedándose embarazadas mientras que tú sigues sin conseguirlo. Si esto te genera malestar, celos… la emoción que sea, no pasa nada. Escúchala, no intentes reprimirla o sentirte mal porque aparezca. Gestiónala de la mejor manera que puedas (hablando con tus seres queridos, con tu terapeuta) para poder procesarla de forma sana. Pero no te añadas más presión castigándote por sentir emociones desagradables respecto a esas buenas noticias”, explica.

· Apóyate en tu entorno. Andrea invita a buscar soporte en ellos. “Tu pareja, tus familiares, tus amigos, están ahí para sostenerte en estos momentos. No tengas miedo a sentirte vulnerable diciéndoles cómo te sientes. Eso no va a cambiar la situación, pero hará que te sientas algo mejor, más desahogada”.

. Diversifica tu atención. Respecto a este tema, cuenta que, “si estás intentando ser madre y ese momento no llega, probablemente esta situación esté ocupando la mayoría de tus pensamientos últimamente. Es normal que ahora mismo sea la prioridad en tu vida, pero es necesario que te centres también en otros aspectos. Busca huecos para pasar tiempo de calidad con tu pareja (una cena, una escapada romántica), queda con tus amigos para despejarte, céntrate en proyectos laborales que te puedan apasionar o pasa tiempo dedicándolo a algún hobbie. Es decir, date un respiro a ti misma, que tu vida no se base en estar constantemente pensando en el mismo tema”.

· Trabaja tu autoestima. También hace hincapié en este aspecto ya que, en ocasiones, cuando el embarazo deseado no aparece, nuestra valía puede verse afectada. “Pensamientos del tipo “por qué yo no y otras sí”, “qué tengo de malo”, “qué estoy haciendo mal” son habituales en estas situaciones. Debes claro que la posibilidad o no de ser madre no está relacionada contigo y tus capacidades, no habla de ti y de ser más o menos válida. No es tu culpa lo que te está pasando. En la vida, no siempre las cosas salen como esperamos, pero eso no significa que tú estés haciendo algo malo”.

Por último, Andrea termina con un valioso consejo. “Haz lo que esté en tu mano, pero ten claro que no lo puedes controlar todo. En estas situaciones, como en tantas otras, tenemos que aprender a soltar. Esto no significa olvidarse del tema o dejarlo todo en manos del destino, sino controlar solo aquello que puedo controlar. ¿Me puedo tomar la medicación que me ha dicho el médico? Lo hago. ¿Puedo vigilar mis días fértiles? Lo hago. Tomo el control de aquello en lo que puedo hacerlo. Pero no va a depender de mí, que el tratamiento funcione, que el embrión se implante bien o que mi cuerpo responda de una forma u otra ante un posible embarazo. Entender eso puede liberar mucha carga mental porque, en lugar de intentar ocuparme de absolutamente todo, me voy a centrar única y exclusivamente de las tareas en las que sí que puedo hacer algo”.

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