Tomar una buena decisión no es fácil en muchas ocasiones. Hasta las personas más seguras y decididas dudan muchas veces de cuál es el mejor camino que deberían tomar, sobre todo cuando tienen mucha información acerca de las diferentes opciones que tienen delante. La Navaja de Ockham es una teoría con cientos de años de antigüedad que, bien utilizada, puede ayudarte a tomar la decisión que más te conviene. Te contamos en qué consiste y cómo puedes ponerla en práctica cuando te haga falta.
El fraile franciscano Guillermo de Ockham fue un teólogo y filósofo que vivió en el siglo XIV que ha pasado a la historia, entre otras aportaciones, por la teoría conocida como “la navaja de Ockham”. Se trata de un método para resolver la toma de decisiones en la vida, basado en la predisposición de la mente para simplificar la información que recibe por muy compleja que sea.
Lo que Ockham sugiere es que "en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable". Los científicos utilizan este principio para elaborar modelos teóricos, aunque no se trate de un sistema que siempre sea garantía de acierto. En nuestra vida cotidiana, también podemos aplicarlo, porque lo cierto es que, la mayoría de las veces, lo más sencillo es lo más acertado.
Cuando tenemos que tomar una decisión y tenemos mucha información al respecto, la mente puede hacernos sentir inseguros. Es en ese momento cuando la indecisión aparece y vuelve el complejo acto de tomar la decisión correcta, porque nos alejamos de lo verdaderamente importante. Si comienzas a desechar toda la información innecesaria que rodea al asunto que te preocupa, lo más probable es que puedas ver la solución de manera simple y, por lo tanto, con objetividad. De hecho, es muy posible que pongas en práctica la navaja de Ockham más a menudo de lo que piensas en tu día a día.
La navaja de Ockham ofrece ventajas como herramienta de ayuda para la toma de decisiones, pero también tiene algunos inconvenientes que es necesario conocer para sacarle el máximo partido. El principal es que a veces, al simplificar la información que tenemos, podemos pasar por alto detalles importantes que son relevantes para tomar una buena decisión. De hecho, si la situación es muy compleja, no es aconsejable recurrir al método propuesto por Guillermo de Ockham. Y, por otro lado, tener una visión simple de aquello que nos rodea, puede impedirnos apreciar la riqueza de nuestra propia realidad.
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