Las molestias asociadas a la recuperación del parto son normales. Durante la cuarentena, que puede extenderse a los tres meses, los entuertos, el cansancio o el dolor en las mamas es habitual. Las indicaciones del médico y la matrona suelen ser suficientes para hacer frente a estos síntomas propios del postparto, y lo esperable es que vayan desapareciendo con el paso de las semanas. Pero también pueden darse problemas después del parto que requieren un tratamiento médico y que es necesario detectar cuanto antes para no poner en riesgo nuestra salud. A continuación te contamos cuáles son para que los conozcas y no tengas ninguna duda en acudir al médico para que pueda ponerle remedio lo antes posible.
La recta final del embarazo y el trabajo de parto suponen un gran esfuerzo físico y mental para la madre. Si a eso le añadimos que las primeras semanas de vida del bebé son agotadoras entre la lactancia y la falta de sueño, sentir un cansancio constante es casi inevitable. Y el cansancio, habitualmente, se manifiesta con sensación de tristeza. Pero si esta tristeza es constante, se acompaña de apatía y desánimo, y lejos de reducirse va en aumento, podríamos estar hablando de una depresión postparto. Y cuando esto sucede, no hay que dejarlo pasar, por lo que buscar ayuda profesional es lo más conveniente.
El sangrado durante días es habitual en el postparto. Pero si es excesivo puede tratarse de una hemorragia que implique riesgos graves. En ocasiones el útero no vuelve a contraerse tras el parto, lo que se conoce como atonía uterina, va acompañada de un sangrado excesivo y requiere atención médica inmediata.
Pueden darse tras el parto y las hay de diferente tipo y gravedad, pero siempre necesitan ser detectadas y tratadas. Las más frecuentes son:
Las venas pélvicas sufren mucha presión durante el embarazo y el parto, por lo que es muy habitual que aparezcan hemorroides. Aparecen como un bultito en la zona anal que provoca dolor, ardor y en ocasiones un sangrado. Mantener una buena higiene, aplicar frío en la zona y no pasar mucho tiempo sentada son algunos de los consejos para reducir las molestias. Y, por supuesto, consultar con el médico la posibilidad de aplicar un medicamento específico.
Establecer la lactancia es un proceso que puede traer complicaciones en un primer momento. La mastitis es uno de los problemas más frecuentes (y más dolorosos). Suele darse a las 2-3 semanas del parto y se trata de una inflamación de la glándula mamaria causada por un foco infeccioso. Para tratarla se recomienda vaciar completamente la mama después de cada toma, revisar el agarre del bebé al pezón o no llevar ropa que comprima el pecho. En ocasiones será necesario tomar antibióticos para tratar la infección y continuar con la lactancia sin problemas.