El verano y las vacaciones escolares son el marco perfecto para que los niños vayan de campamento. Para ellos supone una gran experiencia mientras que los padres pueden continuar trabajando o disfrutar de unos días de descanso absoluto. Pero cuando es la primera vez que tu hijo se va de campamento fuera de casa es posible que te asalten a ti más temores que a él. Cualquier inquietud es comprensible, tanto por parte de los niños como de los progenitores, y hay que saber afrontarlo de manera positiva. Para ello no te pierdas los consejos que te damos a continuación.
La oferta de campamentos es muy amplia, así que antes de decidirte por ninguno es esencial que compartas la decisión con tu hijo para asegurarte de que va al sitio que más le apetece. Una vez que sabéis a qué campamento quiere ir, anímale a que te exponga todas las dudas que tenga al respecto. Además, debes explicarle a qué va, qué tipo de actividades va a hacer, cuáles son las normas, quiénes son las figuras de autoridad y cuáles son las pautas de comunicación que va a tener contigo esos días.
Si llega al campamento con una mochila hecha por ti, pero en la que no ha tenido nada que ver durante su preparación, no sabrá por dónde empezar a buscar por mucho que hayas etiquetado bien cada apartado de ropa y complementos. El niño debe participar activamente a la hora de hacer la mochila, de elegir la ropa que va a llevar y de saber dónde está guardada. Además, es un buen momento para explicarle en qué situaciones debe usar cada cosa, qué hacer con la ropa sucia, etc.
Que tu hijo vaya de campamento es una ocasión de oro para fomentar su independencia. Anímale a ser responsable de sus pertenencias, a mantener su higiene, a tomar decisiones correctas y a valerse por sí mismo. Cuanto más seguro se sienta, más disfrutará de la experiencia, incluyendo los posibles “errores” que cometa en esos días.
De hecho, como te decíamos al principio, seguramente tú estás más preocupada que tu hijo ante la idea del campamento. Y es normal, porque estás acostumbrada a verle a diario y a supervisar, en mayor o menor medida, todo lo que hace. No olvides que los campamentos son lugares seguros, coordinados por monitores capacitados, que va a haber más niños en su misma situación y, sobre todo, que se trata de una experiencia muy positiva. Respira hondo, habla con otras madres que estén pasando por esta situación y prepárate para escuchar sus aventuras cuando regrese.